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viernes, 15 de noviembre de 2013

"CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO" (PARTE I): LOS CANTOS CRISTIANOS



Canto in chiesa (Taccuino Sanitatis, s. XIV)
     No se alarmen los más impíos y anticlericales de ustedes ni tampoco los más fervientes devotos de las diferentes Iglesias cristianas. No es nuestra intención, ni de lejos, enzarzarnos en un debate teológico en este artículo. Somos perfectamente conscientes de que ese asunto supera con creces las expectativas mundanas de nuestras humildes almas pecadoras y como decía San Agustín, “En el Cielo dicen Aleluya, porque en la Tierra han dicho Amén”.

     Dicho esto queremos explicarles que con este iniciamos una serie de artículos, dentro de nuestra sección “Historia de la Música”, dedicados al papel de las Iglesias Cristianas en la música occidental. Hablaremos por tanto de las Iglesias Ortodoxas, de la Iglesia Católica Romana y de algunas Iglesias Protestantes que, como dice su nombre genérico, se iniciaron como una forma de protesta ante ciertas prácticas y doctrinas de la Iglesia Católica.

     ¿Qué por qué dedicarle varios artículos al papel de estas Iglesias cristianas  en la música occidental, en lugar de, por ejemplo, al papel de los vikingos? [1] Pues muy sencillo, porque, les guste o no, estimados pecadores, el papel que estas jugaron a partir de la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, en el siglo IV [2], fue decisivo para la conformación de lo que hoy llamamos “Música Occidental”, especialmente si tenemos en cuenta que sobre el año 600 todo el vasto territorio que había sido romanizado estaba más o menos cristianizado y que sería en este mismo territorio donde se conformarían las bases de la civilización que hoy llamamos “occidental” y por tanto también las bases de su música.


      La notación, la polifonía, la formación, durante cientos de años, de los principales compositores y otros muchos aspectos de la Antigüedad tardía y la Edad Media fueron en gran parte responsabilidad de la Iglesia ya que esta fue, al menos hasta el renacimiento, la principal fuente de recopilación y, no tanto, de transmisión del conocimiento “occidental”. La Reforma Protestante y la consiguiente Contrarreforma Católica añadirían un gran número de variables en la mentalidad cristiana, que también afectarían a la música. Por su parte las Iglesias Ortodoxas, asociadas a Bizancio, tendrían también sus particularidades que influirían en la conformación de muchos territorios de la Europa Oriental, determinando su cultura y también su música.


   
     

                                                    Imagen de Jesús datada en el siglo IV encontrada en la catacumba de Commodilla en Roma



      Pero vayamos al grano y, para empezar, vamos a remontarnos a la Antigüedad, a un personaje que existió en época de los romanos conocido como Jesús de Nazaret principal responsable, ¡válgame Dios!, del nacimiento de la Iglesia. Como todos ustedes saben Jesús era judío y súbdito romano por lo que, aunque fundó una nueva religión, sus enseñanzas beben de la tradición judaica y están influidas por las características que la religión judía presentaba durante el periodo de ocupación romana. A partir de aquí extraemos los dos primeros elementos importantes a tener en cuenta:



     1) La costumbre de cantar de los judíos, para entonar los Salmos [3], fue adoptada por los cristianos, convirtiéndose el canto en un elemento central de las ceremonias cristianas que adaptarían a sus rituales, perdurando hasta la actualidad, algunos salmos e himnos de origen judío.


    2) La costumbre de reunirse en las sinagogas, es decir, congregarse en unos espacios concretos, que para los cristianos poco a poco se convertirán en catedrales, basílicas e iglesias para leer y escuchar las sagradas escrituras y comentarlas y donde, frecuentemente, se utilizaba el canto para estos fines.





  Fragmento del arco de Tito en Roma en el que se representa la muestra al pueblo romano del tesoro del Templo de Jerusalem. 





    Es imposible saber si las melodías cristianas primitivas para cantar los salmos fueron adaptadas de las empleadas por los judíos, ya que no hay evidencia escrita de las segundas, pero con toda probabilidad algo de ello hubo dada la similitud entre las melodías judías transmitidas oralmente y las fórmulas melódicas cristianas medievales. Sea cómo sea desde tiempos del mismo Jesús de Nazaret y las primeras congregaciones cristianas se tiene noticia del uso de canciones (salmos, himnos y canciones espirituales) en las ceremonias religiosas cristianas [4]. Estas canciones se habrían ido transmitiendo oralmente a lo largo de los primeros siglos del cristianismo. 




     
                            Jesucristo resucitado visita a la Virgen María acompañado por los padres de la Iglesia de Lorenzo Painelli (1629-1700).





       El siguiente paso importante lo darían los denominados “Padres de la Iglesia” en el siglo IV (San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, San Agustín…), estableciendo los principios rectores de la Iglesia y de paso dándole un carácter moral a la música, en buena medida basado en la teoría del Ethos griego y la creencia de que la música influía en el estado de ánimo de los oyentes para bien o para mal [5]. Por tanto todas las músicas que no sirvieran para que el oyente accediera a las enseñanzas cristianas eran rechazadas por sistema. Así por ejemplo se condenó la música instrumental, al no contener palabras y por tanto no servir para difundir la palabra de Dios. Aunque se permitían utilizar instrumentos a nivel particular, como la lira, dentro de la Iglesia no se permitía la utilización de los mismos y con esta prohibición se inauguró una tradición cristiana basada en el canto sin acompañamiento instrumental que duraría más de mil años. Los grandes coros y formaciones instrumentales eran asociados con el paganismo de manera que los cristianos se alejaron poco a poco de estas manifestaciones musicales. El placer mundano se convertía en algo totalmente prescindible, incluso condenable, en beneficio del bienestar del alma.





     Y también en el siglo IV, en el año 395, se produce un hecho fundamental en la evolución del cristianismo: el Imperio romano se divide en dos, su mitad occidental y la Oriental, apareciendo dos unidades políticas diferenciadas, El Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. El centro político del primero se ubicará en Roma o en Milán, mientras que el segundo tendrá su centro neurálgico en Bizancio (posterior Costantinopla y actual Estambul). La Iglesia, que en principio estaba bajo control del emperador empezó a diferenciarse de una parte a otra del Imperio, ahora partido en dos y por tanto administrado de manera diferente en cada parte. Mientras que en la parte occidental, que sufrió las llamadas “invasiones bárbaras” y la caída del Imperio de Occidente, el control de la Iglesia pasó del emperador al Obispo de Roma, que con el tiempo se convirtió en el Papa de Roma [6], en la parte oriental el control del emperador se alargó más tiempo. La parte Oriental y su Iglesia continuaron utilizando el griego, lengua de los primeros apóstoles, mientras que la Iglesia Occidental adoptó la lengua del Imperio Romano, el latín. En el año 1054 se produjo la división permanente entre las dos Iglesias, de manera que en occidente se consolidó la Iglesia Católica Romana y en oriente la Iglesia Bizantina, que con el tiempo acabaría derivando en las actuales Iglesias Ortodoxas.





  
Estatua conservada en Roma del emperador Constantino. Fué quien legalizó el cristianismo, en el año 313, y el fundador de Costantinopla.                                                                           Es un personaje santo para las Iglesias Ortodoxas (Museo Capitolino, Roma).



   
     En un principio, y antes de la división, a pesar del amplio territorio que abarcaba la Iglesia Cristiana existían unos ritos más o menos comunes, pero el progresivo distanciamiento teológico y, finalmente, la división definitiva entre las Iglesia de Oriente y Occidente provocó que los ritos de cada una de las iglesias se fueran diferenciando y dotándose de un calendario eclesiástico propio marcado por fechas en que se celebraban acontecimientos importantes, en honor a la divinidad o hechos y personajes importantes para la Iglesia correspondiente. Para ello y para el propio devenir cotidiano cada Iglesia elaboró una liturgia propia, o conjunto de textos y actos rituales, los oficios religiosos, para corresponderlos con este calendario y un repertorio de cantos basados en la composición de una serie de melodías para entonar los citados textos eclesiásticos. A partir de aquí comenzaron a surgir, en consonancia con las diferentes áreas de influencia eclesiástica, diferentes variantes regionales de repertorio de canto o dialectos del canto:



      1) El canto Bizantino: los oficios religiosos de la Iglesia bizantina consistían en la lectura cantada de las sagradas escrituras, salmos e himnos. El desarrollo de estos cantos respetaba completamente la prosodia o entonación “natural” de los textos. Para ello estos cantos se basaban en melodías enteramente desarrolladas clasificadas en ocho modos o echoi. Para entendernos los modos son el nombre técnico de un conjunto heterogéneo de sistemas melódicos y una serie de reglas compositivas usadas en la Antigüedad y en la Edad Media  para dotar de coherencia melódica a la música. En un próximo artículo ahondaremos sobre este concepto de vital importancia para la música medieval y renacentista.







                                                   Mapa del Imperio Romano partido en Oriente (verde) y Occidente (azul) alrededor del año 565.







     En el canto bizantino tuvieron especial importancia  los himnos, mucha más que en la Iglesia occidental. A partir del siglo X estos comenzaron a registrarse en repertorios escritos y han perdurado hasta la actualidad empleándose en ceremonias de la Iglesia Ortodoxa Griega. La Iglesia bizantina se extendió hacia el norte, especialmente a partir del siglo IX, llevando sus ritos, a través de misiones evangelizadoras,  hacia Rusia y tierras eslavas apareciendo así la Iglesia Ortodoxa Rusa y otras ramas ortodoxas eslavas. En un principio, los textos originales griegos se tradujeron a las lenguas originales de estas nuevas tierras, pero con el tiempo fueron variando dando lugar a variantes regionales  de esta tradición bizantina. Habitualmente las nuevas melodías se creaban por el método conocido como centonización [7], es decir utilizando fórmulas ya existentes y combinándolas para crear las nuevas. Así algunos motivos se asociaron a partes concretas de determinados tipos de canto y melodía (principio, parte central o final o como conexión entre partes). También algunos modos, pautas de acentuación y figuras ornamentales se asociaron con el canto, dándole poco a poco unas características definidas.





                                      En to stavro pares tosa (Anónimo), "Canto Bizantino" interpretado por la Capella Raial de Cataluya, dir. Jordi Savall.







     2) Dialectos de Occidente: aproximadamente entre los siglos III y V se produce una progresiva decadencia y posterior caída del Imperio Romano de occidente en buena parte propiciada por las invasiones que el territorio romano sufrió por parte de los pueblos que los propios romanos denominaban "bárbaros" [8]. Las invasiones bárbaras afectaron a gran parte del territorio que actualmente ocupan muchos países de Europa, especialmente en su parte central-occidental y mediterránea, así como el norte de África.






       La mayoría de estos pueblos ya se habían enfrentado o habían sido sometidos por los romanos y actualmente se clasifican en varios grupos según su procedencia (eslavos, iranios, turco-mongoles y germánicos). Pero fueron principalmente las tribus germánicas, de carácter fuertemente guerrero, las que penetraron en territorio romano. Los godos (visigodos, ostrogodos), francos, burgundios, anglos, sajones, vándalos, frisones y también alguna excepción como los alanos, que eran iranios [9]Estos pueblos ocuparon los antiguos territorios romanos [10] estableciendo un nuevo orden político en buena parte simbiosis de las antiguas costumbres romanas y de las propias de estos pueblos, de manera que todos, de origen pagano, acabaron convirtiéndose al cristianismo y por tanto adoptaron las doctrinas de la Iglesia occidental.

    Y en este punto es donde enlazamos con nuestra historia de la música occidental. La cristianización de los pueblos bárbaros y su establecimiento en distintas zonas de Europa fue el factor decisivo para que surgieran diferentes ritos y sus consiguientes cantos de carácter territorial, de manera de que a parte del Canto Romano propiamente dicho aparecieron nuevos ritos como el Canto Galicano en la Galia, con multiplicidad de variantes; el Canto Celta en lo que sería la actual Irlanda; el Canto Mozárabe (Hispánico o Visigótico) en la Península Ibérica; el Canto Beneventano en el sur de la Península Itálica; el Canto Ambrosiano en la zona de Milán, etcétera.

      El Canto Ambrosiano por ejemplo tuvo especial importancia si tenemos en cuenta su vinculación con Milán, que por entonces fue, después de Roma, el segundo centro principal de la cristiandad occidental, además de gozar de buenas relaciones con el Imperio Bizantino. No hay que olvidar que fue precisamente en esta ciudad donde se “legalizó” el cristianismo por parte del emperador Constantino I (Edicto de Milán, año 313). Milán fue lugar de residencia de los emperadores orientales y posteriormente la capital del reino lombardo ubicado en lo que actualmente es el norte de Italia, teniendo una época de apogeo entre los años 568 y 744. El canto ambrosiano se denominó así en honor a San Ambrosio quien fue obispo de Milán entre el 374 y el 397. Curiosamente la liturgia y el canto ambrosiano han perdurado hasta la actualidad a pesar de que no han sido pocos los intentos de suprimirlo. Muchos de los cantos milaneses guardan similitudes con los romanos por lo que se puede sospechar que hubo intercambio entre las dos ciudades o un origen común de ambos tipos de canto.



Canto Ambrosiano: Audite Verbum Domini, Eschola Gregoriana Mediolanensis, dir. John Vianini, desde la Basílica de San Marco en Milán.



    A partir del siglo VIII Roma marcó cada vez más las pautas a seguir en el canto de la Iglesia Occidental en un intento por parte de las autoridades eclesiásticas de unificar los cantos y centralizar la autoridad en esta ciudad y la figura del Papa.




     3) El origen del canto Gregoriano: El canto Gregoriano merece una atención especial porque se convirtió en el más importante de los cantos de la Iglesia occidental y el que más repercusión tuvo al ser la plasmación de la voluntad de las autoridades eclesiásticas de unificar las variantes dialectales del canto en uno solo. Por ello en Sibarismusic dedicaremos próximamente un artículo exclusivo al Gregoriano. De momento nos conformamos con explicar brevemente su surgimiento. Como hemos ido relatando con la evolución tanto del Imperio Romano como del cristianismo la antigua capital, Roma, se va convirtiendo progresivamente en el centro de la cristiandad occidental. Surge la Figura del Papa o Pontífice Máximo y las principales autoridades eclesiásticas gravitarán en torno a esta figura. Así pues un primer elemento a tener en cuenta para entender el Gregoriano es precisamente el coro que cantaba cuando el Papa oficiaba las ceremonias, la Schola Cantorum, fundada en el siglo VII. Este coro se cree que probablemente fue uno de los que más contribuyó con su labor a estandarizar el repertorio del canto aportando parte de los materiales que se tomarían como referencia para unificar las diferentes variantes del canto cristiano occidental. Al respecto los estudiosos observan que, en la segunda mitad del siglo VII, se tomaron algunos textos litúrgicos y melodías concretas y se asociaron con oficios determinados a los largo del calendario católico anual. Esta asociación no fue alterada prácticamente hasta el siglo XVI y fue probablemente un primer paso hacia la estandarización del canto.





                                   Canto Gregoriano: Coro de Monjes del Monasterio de Santo Domingo de Silos. 1) O Adjuntor Omnium; 2) Allelulia in Greco;                                                                                                                           3) Ad Honorem Regis




     Otro factor decisivo para la difusión del gregoriano fue el papel que jugaron los francos, uno de los pueblos germánicos que se instaló en territorio romano procedente de lo que hoy se conoce como Baja Renania y de la zona este del Rin. Estos pueblos,  poco a poco conforme el imperio romano se debilitaba, se hicieron con el control del territorio que actualmente ocuparían Francia, los Países Bajos, este de Alemania, Suiza e Italia del norte, constituyéndose, ya en plena Edad Media, en el siglo VIII, la dinastía Carolingia, que fue una de las más importantes de este periodo [11]Entre los años 752 y 754 el papa, Esteban II, viajó por el reino franco acompañado de una comitiva papal que muy probablemente incluía a la Schola Cantorum. Pipino el Breve, el rey franco, debía en parte su subida al trono al anterior pontífice y mantenía una alianza con Roma por lo que ordenó suprimir el canto galicano autóctono y mandó que la liturgia y el canto romanos se practicaran en todos sus territorios, orden que a su vez ayudaba a reforzar el poder del monarca franco frente a posibles localismos, de modo que esta centralización de liturgia y canto también jugó un importante papel político para la dinastía franca. El poder de la dinastía carolingia aún se intensificó más cuando el hijo de Pipino, Carlomagno, expandió con sus conquistas el reino franco y fue coronado en Roma por el papa León III como Emperador iniciando así el Sacro Imperio Romano Germánico. El nuevo emperador encargó a los cantores de Roma que viajaran a sus tierras más septentrionales a enseñar el canto en algunos de los territorios más alejados de la corte. Y estos fueron los inicios de la expansión por Europa Occidental de un canto que poco a poco iría estableciéndose y se convertiría poco a poco en uno de los símbolos de la Iglesia medieval occidental: El canto Gregoriano.





                                                             Pipino el Breve y Carlomagno (autor: Everhard Von Friau, datado entre 829-836).








     4) El Canto Viejo Romano: si bien el nacimiento del canto Gregoriano seguramente se basó en las codificaciones que del canto romano original se llevaron a parte por parte de la Schola Cantorum, la evolución posterior del propio gregoriano  muy probablemente se fue distanciando del canto romano original o protorromano. De esta manera con el tiempo se produciría una distinción clara entre el repertorio gregoriano y el protorromano. A pesar de esta distinción el canto Viejo Romano se habría mantenido en la misma ciudad de Roma durante varios siglos [12] guardando muchas similitudes con el canto gregoriano pero también diferencias que indicarían que son cantos diferentes, como por ejemplo una mayor ornamentación o el no contener las modificaciones que se sabe hicieron los carolingios. Esta teoría no deja de ser un tema de debate entre los estudiosos especialmente en torno si “fue primero el huevo o la gallina”, es decir si gregoriano y protorromano procedían de una fuente común y fueron dos derivaciones distintas o bien si fue el protorromano el origen del gregoriano. Lo que está claro es que ambas se debieron a siglos de transmisión oral de los diferentes cantos cristianos antes de que estos fueran plasmados por escrito a través de las primeras notaciones o sistemas gráficos para representar la música.




                                                               Canto viejo romano: Tecum Principum (Gradual) por Ensemble Organum.








     5) El Canto Visigótico (Mozárabe o Hispánico): por último no podíamos cerrar este artículo sin hablar del canto que más directamente afecta a nuestro propio contexto, el denominado canto Visigótico, Mozárabe o Hispánico. Se trata del canto que, con la cristianización y las posteriores invasiones bárbaras, se instauró en los territorios de la Península Ibérica hasta la implantación y homogenización posterior del canto gregoriano por parte de las autoridades eclesiásticas. Para intentar explicar el origen de este canto, aunque quedan muchas incógnitas por despejar, hay que remontarse a la Hispania romana, una de las primeras zonas en cristianizarse de la parte occidental del imperio romano debido a tres factores principales: 

     1) La pronta evangelización por parte de los adeptos a la nueva religión.
     2) La numerosa población que existía en la península de origen itálico, integrada durante siglos con los antiguos habitantes (íberos, celtas...), lo que favoreció la adopción de las nuevas tendencias, como el cristianismo, que llegaban del centro del Imperio.
    3) La existencia en Hispania de comunidades judías bien situadas en la sociedad romana y por lo tanto practicantes de los ritos judíos los cuales, como dijimos más arriba, incluían los cantos como elemento fundamental, especialmente en la salmodia y la lectura de los textos sagrados.

     Además de estos factores, hubo una evidente interacción entre las diferentes zonas del Imperio a la hora de la instauración del cristianismo y sus ritos y por lo tanto también del canto, pero esta variable es muy difícil de concretar actualmente dada la complejidad propiciada por la enorme extensión de los territorios de influencia romana. Lo cierto es que se aprecia un sustrato común en las distintas liturgias cristianas primitivas que evolucionan a partir de una clara influencia de la liturgia judía. 





                                                                                 Reino Visigodo en la época de Alarico II (484-507).


   

     El siguiente paso se da con la progresiva caída del Imperio Romano de Occidente y las invasiones bárbaras. Aquí es donde entra en juego uno de los pueblos germánicos invasores, los visigodos, que habían penetrado en Italia y saqueado Roma en el siglo V. En el año 507 los visigodos fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, en la que se disputaba el control de la Galia por ambos pueblos germánicos. Esta derrota propició la instalación de los visigodos en la Hispania Romana y la zona sudoriental de la Galia creándose el Reino Visigodo de Toledo, donde se ubicó la capital ( ¿se acuerdan nuestros lectores más veteranos o han oído hablar a sus padres/abuelos de la famosísima "lista de los reyes godos" que había que recitar de memoria en las escuelas españolas?.... Pues eran los reyes de este mismo reino visigodo [13]). La batalla de Guadalete, en el año 711, en la que un ejército Islámico cruzó el estrecho de Gibraltar y derrotó al Rey Rodrigo marcó el principio del fin del Reino Visigodo de Toledo. Pues bien en este periodo de dominación visigoda de la Península Ibérica (507-711) se producen una serie de circunstancias que determinan la solida fijación del canto hispánico en la península. La principal y la que determina las demás es el hecho de que los visigodos eran arrianos. El Arrianismo era una doctrina teológica cristiana, proclamada por Arrio un presbítero de Alejandría, que sostenía que Jesús era hijo de Dios pero no era una divinidad. Esta doctrina fue condenada como herejía en los concilios de Nicea (325) y Costantinopla (381) pero algunos pueblos germánicos la habían adoptado como religión oficial, entre ellos los visigodos. Al instalarse en la península, las doctrinas arrianas de los visigodos encontraron una fuente de resistencia en la población romanizada, fiel a la tradición latina y al clero católico, de manera que esta resistencia reforzó la unidad de la Iglesia hispana como forma de contrarrestar la doctrina arriana de los invasores germánicos. Esta "lucha" entre católicos y arrianos tuvo como resultado que los primeros se mantuvieron fuertemente fieles a las tradiciones del Imperio Romano, ya cristianizado, en materia religiosa, al contrario que ocurría en otros lugares, de manera que estas se reforzaron. Finalmente los católicos resultaron favorecidos en esta pugna en el año 580, en el Concilio de Toledo, cuando el Rey visigodo Recaredo se convirtió al catolicismo e hizo de esta la doctrina oficial del reino. Una consecuencia de este reforzamiento de la doctrina católica, a raíz de la pugna con los arrianos, fue el mantenimiento y consolidación de la tradición del canto hispánico, que incorporará el sistema musical grecorromano a través de obras de autores como Boecio, Casiodoro y Marciano Capella, a su vez plasmadas por otros como san Isidoro de Sevilla en sus obras, como Etimologías, organizándose la liturgia católica hispana de manera que el canto quedó totalmente constituido. Además el canto hispánico recibiría influencias de otros cantos como el ambrosiano e incorporará tradiciones romanas como el Schola (¿recuerdan el Schola Cantorum, el coro que acompañaba al Papa?). Además recibirá influencias del canto bizantino, puesto que los bizantinos ocuparon una parte del territorio del sureste peninsular entre los siglos VI y VII.





                                                                     Braulio de Zaragoza e Isidoro de Sevilla en una imagen del siglo X.




     Posteriormente, ya en el siglo VIII a partir de la dominación musulmana, el canto hispánico perdurará en una doble vertiente, por una parte como signo de identidad de las comunidades cristianas de las zonas del norte peninsular que resistieron la dominación islámica y por otra se mantendrá con las comunidades cristianas que se integraron dentro de las zonas de dominio musulman. En estas zonas de dominio islámico el canto, con el paso de los años, se mantendrá bastante fiel a la tradición, absorbiendo pocas influencias islámicas (los musulmanes permitían mantener su religión y ritos a los cristianos siempre que se sometieran a las autoridades islámicas). Así ya en plena Edad media aparecerán dos vertientes diferenciadas del Canto Hispánico:
      a) La tradición Toledana: dentro de la zona islámica, más fiel a la tradición del canto proveniente de época visigoda
      b) La tradición Castellano-Leonesa: en los territorios cristianos del norte de la Península Ibérica y la meseta. esta tradición tendrá más contacto con los centros cristianos europeos y se centrará en torno a varios monasterios y catedrales: Monasterio de San Martín de Fromista, Monasterio de Silos, Monasterio real de San Benito en Sahagún o las catedrales de Leon, Oviedo, Pamplona o Burgos.

     En el siglo XI el canto hispánico es oficialmente sustituído por el canto oficial de la Iglesia Católica (el canto gregoriano o rito romano del que hemos hablado antes). Es Alfonso VI de Castilla quien consolida este cambio convocando en Burgos un concilio realizado en el año 1080. A pesar de esta "abolición" oficial del canto hispánico este se mantuvo gracias a un pacto realizado durante la "reconquista" cristiana de Toledo en el año 1085 por el mismo Alfonso VI. A seis de las parroquias Toledanas se las permitía en este pacto conservar el canto y la liturgia hispánica. Con excepción de estas parroquias el canto hispánico solo se mantuvo entre los cristianos bajo dominación musulmana, denominados mozárabes, pero en progresiva decadencia.




                                                                         Canto hispánico: Unxit te Dominus (antífona) por Schola Antiqua.





       Apertio Aurium:
      Si ustedes han leído nuestro anterior artículo de la sección "historia de la música", Entrevista con el Bardo (http://sibarismusic.blogspot.com.es/search/label/historia%20m%C3%BAsica) en el que hacíamos, guiados por nuestro amigo Asurancetúrix, un rápido repaso al "nacimiento" de la música occidental recordarán como el sistema musical griego, creado a partir de siglos de experiencias musicales, es el punto básico de referencia para la música romana. Por otra parte también hablábamos de la práctica desaparición de las manifestaciones de música romana de la era pagana. Con este nuevo artículo intentamos enlazar con lo que nos contaba Asurancetúrix y en cierta manera explicar los motivos de la desaparición de esta música romana precristiana. Hemos visto como de la Antigüedad clásica se pasa a una época, conocida por los historiadores como Alta Edad Media, que empezaría con la caída del Imperio Romano de Occidente  en el año 476 y iría aproximadamente hasta el año 1000. La Alta Edad Media, así como la Antigüedad Tardía han sido consideradas tradicionalmente épocas "oscuras" de la historia dada la situación de inestabilidad producida por la caída del Imperio Romano y las invasiones bárbaras. Lo cierto es que esta época coincidió con la adopción del cristianismo como religión oficial de los romanos y después por parte los pueblos que invadieron lo que había sido el Imperio. Así, la nueva religión y la nueva concepción del mundo que esta suponía plantearon en cierta manera una dualidad en relación a lo heredado de la antigüedad clásica en materia de música: por una parte se rompió con todo lo que se identificaba con el paganismo de acuerdo con una visión que identificaba como negativo todo lo que no sirviera para ensalzar la nueva fe y evangelizar a los nuevos pueblos cristianizados; por otra parte hubo un intento de continuidad, en cierta manera lógico, con la visión y los sistemas musicales previamente creados, especialmente con los griegos a través de la concepción del ethos y la adopción, con muchas modificaciones voluntarias o involuntarias, del sistema de modos. La nueva música "oficial" de la Europa occidental tendría como principal manifestación la liturgia religiosa cristiana y como principal fuente de transmisión a la Iglesia Católica, mientras en la Europa Oriental se irían implantando las Iglesias Ortodoxas derivadas de la partición de la cristiandad en dos mitades, al igual que el Imperio. La música instrumental sería rechazada en favor del canto, consolidándose diferentes variantes de cantos cristianos que suponían un nuevo punto de arranque de la música en Europa. Es decir la Iglesia estaba decidiendo que "camino" tomaba el occidente cristiano en materia de música. En un principio los canales de tranmisión de esta música, continuando con la tradición romana, fueron fundamentalmente orales, pero poco a poco fue apareciendo un sistema notacional y se fueron creando una serie de normas melódicas, armónicas y rítmicas que supondrían los cimientos de nuestro actual sistema musical...


     Y esto  ha sido todo en esta entrega de nuestra "Historia de la Música. Sólo nos queda decirles, estimados pecadores, que si les ha parecido interesante el artículo, si quieren saber más sobre el funcionamiento interno y la evolución de los cantos cristianos, si les gustó El Nombre de la Rosa, si se preguntan porqué armó tanto revuelo el robo de un libraco antiguo como el Codice Calixtinus o si fueron de los que corrieron a comprarse el disco de los monjes de Santo Domingo de Silos, no se pierdan nuestro próximo artículo de la serie "Con la Iglesia hemos Topado"...   El canto Gregoriano


                                                                                                                      Uncle Swing






                                                                   Pantocrator de la Iglesia románica de San Clemente de Tahull en Lleida 


                                         




http://audioviator.blogspot.com.es/2012/05/5-obras-maestras-imprescindibles.html




[1] Por supuesto queridos lectores esto no implica que, en un futuro, en Sibarismusic no podamos dedicarle un artículo al papel de las culturas nórdicas en la música occidental.

[2] Fue el emperador Teodosio I primero, en el año 392 quien proclamó el Cristianismo como religión oficial del Imperio. Previamente había sido “legalizada” por el emperador Constantino, en el 313 en el Edicto de Milán. Véase:   Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música Occidental, Madrid, Alianza, 2008, pp. 41-42. A partir de aquí seguiremos esta obra para la elaboración de buena parte del artículo.

[3] Que eran poemas de alabanza del libro hebreo de los Salmos (Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música…, p.42).

[4] Por ejemplo, en el año 112, el gobernador romano de Asia Menor informaba de la costumbre que tenían los cristianos de “cantar una canción a Cristo como si fuese un Dios”. Véase: Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música…, p. 44).

[5] Sobre el Ethos griego, véase el artículo “Entrevista con el Bardo” en el apartado “Música e Historia” de Sibarismusic (http://sibarismusic.blogspot.com.es/search/label/historia%20m%C3%BAsica).

[6] Sí, efectivamente, la expresión “Papa” viene de “papá”, es decir de “padre”. Véase: : Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música…, p. 46.

[7] Centonización: proveniente del latín cento, centón es una “colección de frases y sentencias o de fragmentos literarios de diversos autores” (véase: Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música…, p. 48).

[8] Bárbaro Del lat. barbărus, y este del griego βάρβαρος, extranjero (véase: http://buscon.rae.es/drae/srv/search?id=o0imb6dOLDXX2Im4qFqk).

[10] Celtas, anglos y sajones en las Islas Británicas; Francos enla Galia; visigodos en Hispania; los ostrogodos y los lombardos en el norte de la Península Itálica…

[11] Fue precisamente un Rey de esta dinastía, Carlos Martel (“Martillo”), quien vencería en el año 732 la batalla de Poitiers (o Tours). La batalla enfrentó a las tropas Islámicas en expansión, que habían ocupado en pocos años la mayor parte de la Península Ibérica, con el ejército franco. La victoria franca supuso el freno a la expansión islámica hacia el norte desde la península ibérica.

[12] Se han encontrado manuscritos que contienen este canto viejo romano en textos de lo siglos XI y XII. Véase: Burkholder, J. Peter;  Grout, Donald; Palisca, Claude V., Historia de la Música…, p. 50.

[13] Ataúlfo, Sigérico, Walia, Teodorico I, Turismundo, Teodorico II, Gesaleico, Amaralico, Theudis, Theudiselo, Agila, Atanagildo, Liuva I, Leovigildo, Recaredo, Liuva II, Witérico, Gundemaro, Sisebuto, Recaredo II, Suínthila, Sisenando, Khíntila, Tulga, Khindasvinto, Recesvinto, Wamba, Ervigio, Egica, Witiza y Rodrigo.

   
    


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