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viernes, 23 de agosto de 2013

REDESCUBRIENDO A CECILIA (Segunda parte)


En la primera parte de este artículo ya contamos como Cecilia consiguió grabar su primer larga duración en 1972, cosechando un considerable éxito y convirtiéndose en una artista muy popular. Pero no sería hasta 1973 cuando grabaría su disco más personal y arriesgado.

Grabación de una olvidada obra maestra

En esta ocasión la artista tuvo mayor capacidad de decisión a la hora de elegir a la persona que se encargaría de realizar los arreglos del disco. Pese a que Cecilia nunca se quejó de los arreglos que Juan Carlos Calderón compuso para el primero, es lógico pensar que tampoco quedó contenta del todo, ya que para este segundo prefirió cambiar y buscar algo diferente. Su novio, Luis Gómez-Escolar, le recomendó a Pepe Nieto, con el cual había trabajado en varios discos de Aguaviva.

Pepe Nieto había comenzado su carrera siendo el batería del mítico grupo Los Pekenikes, uno de los grupos pioneros del rock en España, para más tarde decantarse por el jazz y la composición de bandas sonoras para películas. También había realizado excelentes trabajos como arreglista para gente como los propios Aguaviva o Vainica doble. Con  estas últimas trabajaría ese mismo año en uno de los mejores LP´s de la música popular española, “Heliotropo”.


El proceso de grabación de este segundo disco poco tuvo que ver con el del primero. Aunque algunas canciones eran descartes del primer disco, la grabación no se basó en un trabajo previo ya registrado, sino que se hizo en base a una colaboración mutua entre Cecilia y Pepe Nieto. De este modo, la artista tuvo mayor capacidad de decisión a la hora de elegir el sonido de sus canciones. Este acertado método de trabajo también se trasladó al resultado final. Si en el primer disco uno tenía la sensación de que los arreglos pugnaban por robar protagonismo a las canciones, en este segundo se nos presentan como el complemento perfecto para ellas, la guinda que acentúa el mensaje.

Para realizar los arreglos Pepe Nieto eligió a cuatro músicos de estudio que solían trabajar con él, verdaderos artesanos que él consideraba los mejores en su campo: el guitarrista Carlos Villa, el percusionista Tito Duarte, el pianista Manolo Gas y el bajista Eduardo Gracia.

Ellos crean el andamiaje perfecto sobre el que se construyen la mayoría de las canciones, proponiendo un sonido mucho más pop en el que cobran mayor protagonismo las secciones rítmicas de bajo-batería, las guitarras y, sobre todo, los teclados, en detrimento de las grandilocuentes orquestaciones de Calderón. Pepe Nieto trabaja más con un concepto de música de cámara, en el que también caben instrumentos de percusión sinfónica, como los timbales, al igual que interesantes flautas.

En cuanto a la temática de las canciones, su universo abarca un amplio espectro, quizás mayor que el del primer disco. Sin embargo hay un tema recurrente que podría servir de nexo común o leitmotiv : la libertad.

La primera y la última canción del disco, “Andar” y “Equilibrista”, giran en torno a la idea de la libertad para elegir qué camino tomar en la vida.

Cecilia, nacida en una familia-bien española, podría haber elegido una vida fácil y, como cuenta en “Equilibrista”, haber estudiado una carrera y contraído matrimonio con un “caballero de whisky con soda”. Sin embargo, la artista prefiere ser una acróbata de la vida, andar por la cuerda floja sin red, dedicarse a la música y expresarse con sinceridad, pese a los problemas que eso pudiera acarrear viviendo en la España de la época. Esta declaración de intenciones es acompañada por una fantástica música, una de las más originales del disco, con regusto a circo, a psicodelia y a los Doors. Destacables son el trabajo a la guitarra eléctrica y a los teclados de Carlos Villa y Manolo Gas, respectivamente.

“Andar” es la otra canción que incide sobre este tema. Con referencias a Machado y a su “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, y con un sonido algo más pop que la anterior, construido en base a la sección rítmica, un piano y un órgano que flirtean con el jazz , y un acertado uso de los timbales, Cecilia nos conduce a reflexionar acerca del disfrute del camino de la vida, la superación de los problemas y la libertad para andar “a vueltas de veleta”, sin tener un norte fijo. Reflexiva poesía con envoltorio pop apta para todos los públicos.

En “Si no fuera porque....”, por otro lado,  Cecilia reflexiona sobre una libertad aún mayor que la de decidir qué camino tomar en la vida: la libertad de decidir si seguir o no viviendo. La cantautora habla abiertamente del suicidio, un tema totalmente tabú en la España de la época, ya que oficialmente nadie podía tener motivos para querer suicidarse viviendo en el mejor país del mundo, por no hablar de sus implicaciones religiosas.
 De todos modos, la letra también tiene un toque ambiguo muy interesante, ya que también enumera varios motivos por los que valdría la pena no tomar la decisión de suicidarse y seguir viviendo. Como en la mayoría de sus canciones, Cecilia no intenta convencer a nadie, sino que simplemente expone una situación, alejándose siempre del simple panfleto.

La música de esta canción también es digna de análisis. ¿Qué mejor acompañamiento musical para meditar sobre la vida y la muerte que la música oriental?. El productor José Luis de Carlos era un gran aficionado a esta música, ya que había realizado sus estudios de musicología en Irán. Al leer la letra de la canción les propuso a los músicos crear unos arreglos basados en la música oriental. Y así lo hicieron. Cogiendo quizás como modelo los experimentos realizados en el pop de los 60 por grupos como los Beatles, y los discos de Ravi Shankar, crearon una exótica música, haciendo sonar las guitarras como sitares y utilizando originales flautas, teclados e instrumentos de percusión, como la tabla. El trabajo en la tabla corrió a cargo del músico pakistaní Abid Hossein, que trabajó en el disco casi por casualidad. El productor José Luis de Carlos se enteró de que un grupo pakistaní actuaba en Madrid y, como era gran aficionado a esa música, decidió ir a ver la actuación. Tan impresionado quedó del trabajo del percusionista que le propuso colaborar en el disco. Y la verdad es que fue todo un acierto, ya que Abid Hossein realizó un excelente trabajo tanto en esta “Si no fuera porque...” como en la anteriormente analizada “Equilibrista”.

Otra de las canciones importantes del disco es “Me quedaré soltera”. En este caso la reflexión gira alrededor de la libertad de las mujeres a decidir su estado civil,  a decidir quedarse solteras. Este tema, que en nuestros días podría resultar una verdadera banalidad, tenía una lectura muy diferente en la España de Franco. Como sabiamente ilustró Juan Antonio Bardem en su imprescindible película “Calle Mayor”(1956), el quedarse soltera era toda una tragedia para cualquier mujer de un país en el que el principal papel de éstas era ser buenas madres y esposas.

Tanto la letra como la música son excepcionales, convirtiéndola en una de las mejores canciones de su autora. A ritmo de vals, música íntimamente relacionada con las bodas, una mujer se lamenta de su  probable destino fatal: quedarse soltera. Sin embargo, pese al claro tono irónico, la interpretación de Cecilia es tan sincera, y los arreglos orquestales tan discretos y acertados, que uno se llega a emocionar escuchando la historia de esa pobre mujer que no encuentra el amor y que tiene miedo a la soledad.

El tono existencialista que recorre buena parte del disco alcanza su culmen en la canción “Con los ojos en paz”. Tras uno de los mejores comienzos de canción que jamás he escuchado, los arpegios de la guitarra de Carlos Villa nos trasladan hacia la reflexión vital de Cecilia.

            Compleja canción, con influencias del “Ser o no ser” de Hamlet, en la que la cantautora reflexiona sobre el sentido de la vida y el sufrimiento que ella conlleva, pero también sobre como ese sufrimiento no nos impide disfrutar de la dulce sensación de estar vivos.
También aboga por la integridad del artista, y su compromiso con sus propias ideas y con su tiempo, en versos como estos: “Si yo me llamara profeta, poeta de causas perdidas. Cantor de tristezas, cantor de alegrías. Como serían mis versos si cada verso que escribo está muerto....”. Sin duda un claro canto a la libertad de expresión y al derecho a la vida, grabado el mismo año en el que Víctor Jara fue torturado y asesinado en Chile, y con ecos de su “Manifiesto”.

Tras estas sesudas reflexiones sobre la vida y la muerte, y equilibrando un tanto el disco,  encontramos su cara más “pop” en excelentes canciones como “Canción de amor”, “Mi ciudad” o “Me iré de aquí”, que, pese a que se visten con un sonido más comercial y accesible, no descuidan para nada la calidad de las letras y de la música.

La primera de ellas, “Canción de amor”, es una pegadizo tema sobre la ausencia de la persona amada y la tensa espera que ella conlleva. Sin duda una de mis canciones preferidas del disco, en la cual Cecilia realiza una de sus mejores interpretaciones.

Por otro lado, en “Mi ciudad” encontramos un alegato ecologista, en una época en la que las grandes ciudades comenzaban a ser inhabitables. Aunque escuchada hoy la canción puede sonar a tópico, en la España de aquella época hablar sobre este tema en una canción pop era una absoluta novedad, la cual no debía de hacer mucha gracia a los beneficiarios de determinados intereses.(léase constructores, políticos, etc..). Quizás lo más original de esta canción es el final, experimento sonoro que intentaba ilustrar el insoportable ruido de las ciudades,  basado quizás en los sonidos que adornaban el final de“Pet Sounds”(1966), la joya de los Beach Boys ideada por el inestable Brian Wilson.

La tríada pop la completa “Me iré de aquí”,  canción que ahonda en el complicado momento del abandono del nido paterno.

               Por otro lado, también los recuerdos de infancia ocupan un lugar destacado en este disco, de la mano del tema “Cuando yo era pequeña”. En un estilo pop, pero esta vez acompañado de unas acertadas orquestaciones, Cecilia rememora con nostalgia su infancia feliz, contrastándola con el miedo al futuro que le amenazaba por entonces. También hay lugar para cierta crítica hacia su educación en versos como: “Cuando yo era pequeña me contaron muchos cuentos: Que si yo no era buena me llevaban al infierno....”

Pero, sin duda, la canción más atrevida, y que generaría mayor polémica, de las incluidas en este disco es “Un millón de sueños”. Ésta acabaría siendo etiquetada como “no radiable” por la censura y su compositora, Cecilia,  siendo obligada a declarar ante el Juzgado de orden público número 2 para convencer al juez de que su canción no iba sobre la guerra civil española, sino sobre la guerra de los seis días que ella misma había vivido en Jordania 6 años antes.

De todos modos, por muchos cuentos que la artista le contara al juez, cuesta creer que  la canción no estuviera directamente inspirada en la guerra civil española. De hecho, en un principio su intención era titularla “Un millón de muertos”, en clara referencia al título de un libro del escritor catalán Jose María Gironella que trataba sobre el tema. Sin embargo, la propia censura interna de la compañía, que ya se había curado en salud haciendo pequeñas modificaciones en las letras de algunas canciones del primer disco (“Dama, dama”, “Fauna”), le obligó a titularla “Un millón de sueños”.

En la canción encontramos un coro que, acompañado por una potente percusión, representa a los muertos que se han quedado en el camino de todas las guerras y golpea la conciencia del oyente con un machacón estribillo. Enlazando los estribillos aparecen las íntimas reflexiones de Cecilia sobre la inutilidad de las guerras, señalando a algunos culpables (“¿cuántos hombres cuestan las victorias?”), pero sin apoyar abiertamente a ningún bando, cosa que le valió la crítica de algunos sectores de la izquierda.

Este alegato antibelicista debería haberse convertido en una especie de himno para nuestro país, en una advertencia para el futuro, pero, desgraciadamente, al igual que el disco que lo incluye, ha sido olvidado por la mayoría de los españoles.

El disco fue publicado en octubre de 1973, no sin antes ser, en cierta manera, amputado por la censura interna de la propia compañía. Cecilia quería que el disco se titulara “Me quedaré soltera”, como la segunda canción del disco, y que como portada se incluyera una de las fotos que uno de sus amigos, Pablo Pérez-Mínguez (fotógrafo que acabaría siendo un gran retratista de la movida madrileña), le había hecho simulando estar embarazada, con un cojín debajo de uno de los faldones que solía vestir y tocándose el vientre con las manos. La imagen era totalmente provocativa para la época: una mujer soltera y embarazada, y que no se sentía avergonzada por ello. Pero al final la compañía decidió echarse atrás, sustituyendo el potente título elegido previamente por el aséptico “Cecilia 2”, y cambiando la provocadora foto de Pablo Pérez-Mínguez por otra en blanco y negro, realizada por Paco Ontañón, en la que apenas se insinúa el embarazo. Así el disco evitó muchos problemas con la censura, pero también perdió gran parte de su pegada comercial.

 Por ello, no es de extrañar que, pese a ser seleccionado en 2004 por la revista Rockdelux como uno de los 100 mejores discos españoles del siglo XX (ocupando el puesto número 42), poseer una mayor cohesión interna y calidad general que el anterior, recibir innumerables elogios por parte de la crítica de su tiempo, y ser una obra maestra que nada tiene que envidiar a otros discos de la misma época ampliamente reconocidos a nivel internacional, como el “Tapestry” de Carole King o el “Blue” de Joni Mitchell, el disco no tuviera mucho éxito y apenas se vendiera.

Tampoco la compañía se ha portado demasiado bien con él posteriormente, ya que, al igual que ocurre con el primer y el tercer LP grabados por la artista,  es bastante complicado conseguirlo. La última reedición en vinilo data de 1983, y la última en cd de 1994. 

De todos modos, independientemente del poco éxito en ventas que tuvo su segundo disco, Cecilia seguía siendo una cantante famosa gracias a los éxitos del primero. Buena muestra de ello fue su aparición, el 25 de abril de 1974, en el programa “A su aire” de tve, realizando un mini concierto en la escuela de dibujo de Barcelona, interpretando canciones propias y una versión del “Blowin’ in the wind” de Bob Dylan, demostrando que también era capaz de realizar excelentes interpretaciones acompañada sólo de su voz y de una guitarra.



El difícil año 1974


En cualquier caso, y actuaciones televisivas aparte, pese a que en lo personal Cecilia disfrutaba por entonces de la estabilidad emocional que tanto había ansiado, aquel año 1974 no fue en general un buen año desde el punto de vista profesional y artístico.

En su fenomenal libro dedicado a la vida y obra de la artista, el periodista José Madrid trascribe una conversación que Cecilia mantuvo con la periodista Nativel Preciado, publicada el 5 mayo de 1974 en el diario ABC, en la que daba a entender que un magnate norteamericano de la discográfica había acudido a España interesado en la publicación de un disco con canciones en inglés, con el objetivo de conquistar el mercado anglosajón. Aquello, que podría haber sido el gran salto de Cecilia al mercado internacional, y en su mejor momento artístico, al final quedó en agua de borrajas. La carrera de Cecilia en Estados Unidos se limitó a la publicación, en 1975, de un single con una versión de su “Un millón de sueños”, titulada “A million reasons”, totalmente desnaturalizada, con una letra que poco o nada tenía que ver con conflicto bélico alguno, y que pasó sin pena ni gloria por un mercado en el cual andaban por entonces más interesados en “cantautoras” como Patti Smith, que ese mismo año 1975 publicaría su genial “Horses”.



           Tampoco las relaciones con la compañía discográfica pasaban por su mejor momento en aquel año 1974. Pendiente de la renovación de su contrato, que en principio estaba limitado a dos discos, Cecilia se topó con el rechazo de todo el repertorio compuesto para un posible tercer disco, además del aplazamiento sine die  del disco sobre poemas de Valle-Inclán  que la cantautora deseaba grabar desde hacía tiempo.

Observando el fracaso comercial de su segundo disco, en CBS estaban empeñados en que la carrera de Cecilia debía tomar un rumbo más convencional basado en la canción romántica, que se vendía mucho mejor que la crítica inteligente y  las acrobacias mentales existencialistas.

Cecilia era capaz de escribir canciones románticas al estilo convencional, pero no se veía interpretándolas o grabándolas, por ello a veces se las prestaba a otros artistas, como a su amigo Julio Iglesias, con el que compartía mánager.

Por esta razón, cuando la compañía le presionó para que escribiera canciones de amor, ella se sacó de la manga algo tan original como “Un ramito de violetas”, que fue publicada como single en diciembre de 1974.



Un ramito de violetas



           “Un ramito de violetas” no es una balada al uso. Aunque es una canción de amor, los temas que destacan en ella son la incomunicación de una pareja, la soledad de sus miembros y el reflejo del estereotipo de hombre de la época, persona que tenía enormes dificultades para expresar sus sentimientos de forma directa y que pensaba que hacerlos públicos era una muestra de debilidad.

          Juan Carlos Calderón vuelve de nuevo a la carrera de Cecilia realizando los arreglos para esta canción, sintiéndose más cómodo con el nuevo estilo adoptado por la artista, lejos del folk de raíces anglosajonas del primer disco, lo cual se refleja en el resultado final.

          La canción es preciosa y compleja a la vez, e inmediatamente se convirtió en todo un hito en la carrera de la artista, acogiendo también numerosos parabienes por parte de la crítica.

         Varios meses más tarde, en aquel verano de 1975 en el que nació el que escribe estas líneas, salió a la venta el Lp “Un ramito de violetas”, en el que nueve inéditas canciones acompañaban al tema que da título al disco. En este caso la portada no es una fotografía de la artista, sino que tanto ésta como las hojas interiores están ilustradas con reproducciones de pinturas realizadas por la propia Cecilia (la pintura era otra de sus pasiones), referidas a los títulos y temática de las diversas canciones. Una original manera de presentar el disco, que desgraciadamente no se trasladaría a las canciones.

          En este disco ya no queda casi nada del folk, del pop y de la frescura que impregnaba los dos primeros. Es un disco más “adulto”, en el mal sentido de la palabra. Los arreglos fueron realizados por Juan Carlos Calderón, que también ejercería de productor junto a Honorio Herrero.

          Si en los dos primeros discos uno tenía la sensación de que se intentaba buscar una original forma de expresión, con el folk orquestal del primero y el pop teñido de jazz del segundo, en este tercero la mayoría de los temas suenan a algo ya escuchado anteriormente, haciéndolos más previsibles. Y es que la sombra de otros artistas, como Joan Manuel Serrat, sobrevuela sobre muchas de las canciones.

          La huella del de Poble Sec se intuye en canciones como “Decir adiós”, “Nuestro cuarto" (a ritmo de bossa nova), “Esta tierra” o “Don Roque” (a ritmo de banda municipal,  en este caso). La manera de describir al protagonista de esta última recuerda mucho a cómo describe Serrat a otros personajes de la intrahistoria española, como  “Manuel” o, sobre todo,  el “Tío Alberto”. Por otro lado, en “Esta tierra” encontramos también influencias de Miguel Hernández.

           Afortunadamente, en este disco encontramos otras canciones que no se aferran tanto a estilos predeterminados, y que acaban siendo las más interesantes.

         “Mi querida España” es un canto de amor de la artista hacia la patria en la que nació y que tuvo que redescubrir con 21 años. Aunque la censura interna eliminó varios versos que podrían haber hecho más interesante la canción, referentes a las dos Españas, la verdad es que otros como “....de tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas...” cantados en aquel año 1975, en el que el régimen estaba agonizando, tenían un significado muy especial. También la música tiene cierto encanto, dándose un original equilibrio entre la sensibilidad de cantautora de Cecilia y el ritmo popular y pachanguero de los arreglos de Calderón.

          Otra de mis canciones preferidas del disco es “Sevilla”. La mayoría de las personas que hubieran intentado crear una canción utilizando todos los tópicos que aparecen en ésta (guitarras flamencas, castañuelas, saetas, santos, puente de Triana, etc...) hubieran creado un enorme bodrio. Sin embargo, Cecilia fue capaz de crear una hermosa canción, en la que humaniza a la ciudad de Sevilla y le hace experimentar sentimientos y vivencias propios de las personas. También son de destacar los arreglos con aires flamencos de Calderón, de lo mejor que hizo para este disco.


          Por otro lado, en “Mi pobre piano” encontramos un intento de expiación del pecado de no haber prestado demasiada atención a ese instrumento, y a la música en general, durante su infancia, cuando su padre intentaba inculcarle el amor por la música. Los arreglos también son muy acertados, con una simple melodía basada en el vals y un metrónomo que remite al aprendizaje de cualquier instrumento musical. Una de las canciones más personales del disco.

         También es muy personal “Tu retrato”, la cual compuso la artista mirando una foto de su novio, y evidencia el buen momento que, desde el punto de vista sentimental, estaba viviendo la artista.

         Por último, encontramos la canción “La primera comunión”, que transita entre ese costumbrismo que encontramos en varias de las canciones del disco y los recuerdos de la infancia.

         El disco fue todo un éxito, aunque la crítica especializada estuvo dividida, valorando por un lado la calidad de las composiciones,  pero criticando por otro su falta de originalidad.



Los últimos meses



          El 15 de noviembre de 1975 Cecilia se vio obligada a participar en el festival de la OTI, en Puerto Rico, quizás por la presión de la propia compañía discográfica que quería mayor publicidad en los países latinoamericanos, un mercado que estaba funcionando bastante bien. La canción con la que participó, “Amor de medianoche”, había sido compuesta por Juan Carlos Calderón, y a Cecilia le pareció tan cursi que la rehizo de nuevo junto a su novio Luis Gómez-Escolar y a su amigo Julio Seijas. De todos modos, la canción no mejoró demasiado, y Cecilia tuvo que pasar el mal trago de cantar la canción delante de millones de televidentes, y de asistir a esas fiestas y recibimientos que tan poco le gustaban, dado su carácter introvertido. Pese a que al final la canción ocupó la segunda posición del festival, Cecilia no disfrutó demasiado con la experiencia.



          La muerte de Franco, el 20 de Noviembre, le cogió en una interminable gira de promoción en tierras americanas. Cecilia, al igual que la mayoría de los españoles, vivía horas de incertidumbre preguntándose acerca del futuro incierto de nuestro país y, quizás también, acerca del futuro rumbo que debía tomar su carrera.

         Aprovechando el tirón de la OTI, CBS lanzó ese mismo año un disco que incluía la canción “Amor de medianoche” y unas nuevas grabaciones de sus mejores éxitos, arregladas por Calderón. Desde mi punto de vista, ninguna de las nuevas grabaciones alcanza el nivel de las originales. Cecilia canta muy bien, pero faltan la frescura y la espontaneidad de las que hacían gala sus primeros discos. Quizás la artista empezaba a sentirse cómoda en ese papel de intérprete de canción “ligera” al que la compañía le había orientado poco a poco.

        De todos modos, Cecilia no estaba dispuesta a ser encasillada, y a principios de 1976 se puso a trabajar en los poemas de Valle-Inclán que llevaba tanto tiempo queriendo convertir en canciones.

        Entre tanto, también tuvo tiempo de grabar un interesante single con las canciones “Tú y yo”, una reflexión sobre las rupturas que parecía volver a la frescura pop de sus primeros discos, y “Una guerra”, canción que incidía en el tema tratado en canciones como “Un millón de muertos”, pero en este caso con una letra más directa y con influencias de Serrat.

        Desgraciadamente, ni la cantautora, ni su compañía, ni nadie, tenían la menor idea de que ése sería el último single que Cecilia vería publicado en vida.

        En la madrugada del 2 de agosto de 1976 Cecilia se dejaba la vida en un accidente de tráfico ocurrido en Colinas de Trasmonte, provincia de Zamora, tras chocar contra un carro de bueyes que conducían unos vecinos del pueblo. En el accidente también falleció el batería Carlos de la Iglesia, alias “Rufo”, que había pertenecido al conjunto Los Grimm. Los demás protagonistas del accidente resultaron prácticamente ilesos.

        Cecilia y los músicos que por entonces la solían acompañar, el ya citado Carlos de la Iglesia, el bajista Carlos Viciello y el pianista José Luis González “Joe”, ex miembro del grupo Los Pasos, retornaban a Madrid tras realizar un exitoso concierto en la sala Nova Olimpia de Vigo. Pese a que habían acabado muy cansados tras el concierto, decidieron no hacer noche allí, ya que Cecilia tenía que estar por la mañana en el estudio Kirios grabando unas maquetas para su nuevo disco sobre poemas de Valle-Inclán. Pero, desgraciadamente, nunca llegaron a Madrid y el disco jamás llegó a grabarse.

       Cecilia siempre tuvo claro el peligro que para cualquier artista entraña el viajar tanto por carreteras que, por aquellos años, tampoco eran las de hoy. Prueba de ello es que a finales de septiembre de ese mismo año un nuevo accidente de tráfico se llevaría la vida de dos de los miembros del fantástico grupo “Los Ángeles”, Alfonso González "Poncho" (batería, vocalista y líder del grupo) y José Luis Avellaneda (guitarra).

       Cerca de un millar de personas despidieron a la cantautora en el cementerio de La Almudena, dando buena muestra del cariño que le procesaba la gente.

       Un mes más tarde, la compañía publicó un single en forma de homenaje con dos de los descartes del LP “Un ramito de violetas”, las canciones “El viaje” y “Lluvia”. La primera de ellas es una hermosa  y emocionante canción sobre el viaje hacia la otra vida: “En tu viaje de ida sin vuelta, cuando el tiempo aprieta los tornillos. No respeta ninguna cabeza, ya sea de viejos, ya sea de niños. Y te irás de aquí, igual que has venido. Tu cuerpo a la tierra; a la tierra trigo”.


       A partir de entonces se han ido publicando, a cuentagotas, interesantes e irregulares discos, basados sobre todo en maquetas inéditas o en actuaciones en directo, que han hecho las delicias de los seguidores de la obra de la cantautora, tales como “Canciones inéditas”(1983) o los recientemente publicados “Cecilia inédita en concierto” (2011) o “Mi muñeca”(2012). En esta ingente labor de recuperación de la obra de la artista hay que destacar la labor del recientemente fallecido Juan Carlos Calderón (1938-2012) y de Teresa Sobredo, una de las hermanas de la artista, así como la colaboración de Jesús Caramés, responsable de la página web www.cecilianet.com, y del sello Rama Lama.

      De todos modos, independientemente del valor musicológico e histórico de estas grabaciones, opino que lo mejor de la obra de Cecilia está en sus tres primeros Lp´s, “Cecilia”(1972), “Cecilia 2”(1973) y “Un ramito de violetas”(1975). Es una pena que, pese a su gran valor artístico, sea tan complicado conseguir estas tres obras en el formato en el que fueron concebidas, el disco de vinilo.

De todos modos, os puedo asegurar que la búsqueda vale la pena.



Es triste convertirse en recuerdo


      Una de las razones que exponía Cecilia en su canción “Si no fuera porque...” para no elegir el suicidio como opción de futuro era lo triste que es convertirse en recuerdo.

      Quizás Cecilia, muy a pesar suyo, ha acabado convertida sólo en eso, en un mítico recuerdo. Se menciona su nombre, y se habla de su accidente y de su mala suerte, cuando escuchamos en la radio alguna de sus eternas canciones, como “Un ramito de violetas” o “Dama, dama”. Pero uno tiene la sensación de que en nuestros días poca gente "pierde" el tiempo escuchando entero alguno de sus discos.

      Espero que este artículo sirva para que al menos una persona en el mundo sienta la curiosidad de escuchar por primera vez alguno de los maravillosos discos de Cecilia, reviviendo la íntima experiencia que guió a la artista hasta su obra, emocionándose e indignándose con sus canciones y resucitándola por unos instantes del limbo del aséptico recuerdo....



                                                                                                                  Pep Vinilo


Fuentes:


- Madrid, José, Equilibrista: La vida de Cecilia, Madrid, Ocho y Medio, 2011.
Si te ha gustado este artículo, y quieres conocer más sobre la vida y obra de Cecilia, no dudes en conseguir este fantástico libro, que se ha convertido en la referencia más importante sobre el tema. Sin su ayuda no hubiera podido escribir lo que acabas de leer.
 
- www.cecilianet.com.
 - www.lafonoteca.net.
 - Wikipedia.
        - Domínguez, Salvador, Bienvenido Mr. Rock, Madrid, SGAE, 2002.

 Imágenes:     
   -Colección particular del autor a partir del libro de José Madrid citado como fuente   
   -Youtube.                                  



























































2 comentarios:

  1. magnífica esta sinopsis sobre la vida musical de esta genial compositora, me gustó, aunque tengo que decir que faltan bastantes datos importantes, gracias por publicarlo.... :)

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  2. Muchas gracias Francisco por tu opinión y por dedicar unos minutos de tu vida a leer nuestro artículo. Celebramos que te haya gustado. Esto nos da ánimos para seguir trabajando en un blog que pretende ir más allá del típico blog con artículos-reseñas de discos o artistas escritos en 4 líneas.

    Estamos seguros de que si te ha gustado el artículos de Cecilia también disfrutaras con la lectura de los demás artículos publicados en nuestro blog.

    En cuanto a lo de que faltan bastantes datos importantes, entendemo el blog como un punto de encuentro más que como un punto de emisión de verdades absolutas. Aunque el análisis de los discos y las canciones ha sido más cosecha nuestra, a la hora de hablar sobre los los datos puramente biográficos nos hemos basado, siempre intentando no plagiar, en el excelente libro dedicado a la vida y obra de la artista escrito por el periodista José Madrid, en 2011, "Equilibrista: La vida de Cecilia", libro que te recomendamos encarecidamente.
    De todos modos, como ya comentamos, entendemos el blog como un punto de encuentro. Así que si conoces algún dato importante o relevante sobre la vida de la cantautora que se nos haya podido pasar y que pudiera enriquecer el artículo, te agradeceríamos enormemente tu colaboración.

    Muchas gracias....

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