El amor que siento por los musicales ha acabado
dejándome sin zapatos.
Hace un mes destrocé unos preciosos mocasines
marrones, mientras chapoteaba charcos poseído por el espíritu de Gene Kelly. Y,
justo ayer, los brillantes de color negro que solía utilizar para las grandes
ocasiones pasaron a mejor vida, tras ser sometidos a la tortura de una
interminable sesión de claqué.
Así que hoy, a falta de zapatos que ponerme, no he tenido más remedio que quedarme en casa, soñando con conseguir algo de dinero para comprar unos nuevos el lunes.
De todos modos, creo que una parte de mí es un poco masoquista, ya que estoy de nuevo pensando en disfrutar esta noche de otra emocionante película musical. Pero,
tranquilos, esta vez voy preparado. Calzo unas indestructibles zapatillas de
“estar por casa”, sin ningún tipo de glamour, gracias a las cuales conseguiré
mitigar la tentación de volver a creerme el protagonista de la película.
Aunque,
pensándolo bien, quizás hubiera sido mejor invitar a mis amigos a cenar. Al menos tendría a alguien cerca que me devolviera
a la realidad justo en el momento en el que empezara a hacer el idiota, utilizando la
mesa del comedor como escenario.
En cualquier caso, esa idea tampoco me convence del todo. Hoy
me apetece estar tranquilo, y disfrutar de esta película sin ningún pepito
grillo que quiera darme lecciones. Mis colegas son un poco “gafapastas” y seguro que tratarían de convencerme de que
el film es una anticuada e intrascendente americanada conservadora, e
intentarían colarme algunos de sus dvd´s infumables de Dreyer o Mizoguchi.
Aunque, en honor a la verdad, he de reconocer que algo
de razón tendrían en sus críticas. La película que me dispongo a ver avanza
sobre un guión sospechosamente parecido al de otra obra que el mismo director
rodó un año antes, y en la que también trabajaron muchos de los actores que
aparecen en ésta. O sea, que la peli tampoco es el colmo de la originalidad. Y
he de confesar que para creer la historia en la que se basa uno no tiene más
remedio que tratar de engañar a su cerebro, ya que en algunos tramos de la película no hay por donde cogerla. Por
no hablar de los decorados de la Venecia que se construyó para el film, de los que
mejor no voy a comentar nada, pero que podrían conducirnos a incluir la película
en el género de la ciencia-ficción.
De todos modos, ya se sabe que en esto de las pasiones
el cerebro, desgraciadamente, suele ocupar un papel secundario. Y, al igual que
quiero un montón a mis pedantes amigos gafapastas, no puedo dejar de ver esta
película con una tonta sonrisa dibujada en mi cara.
Pero lo que realmente hace que vuelva a ver esta
película una y otra vez son los números musicales, ejecutados con maestría por sus dos protagonistas principales, y aderezados por unas maravillosas canciones
compuestas por un genial songwriter.
El primero de sus protagonistas fue actor, y como
cantante dio a conocer algunos de los temas más populares de la historia de la
música estadounidense. Pero, sobre todo, fue un bailarín fuera de serie,
considerado por gente como Balanchine o Nureyev, que algo sabían de baile, como
el mejor del siglo XX.
Frederick Austerlitz (hijo) nació en Omaha, estado de
Nebraska (USA), en 1899. Frederick Austerlitz (padre) había conseguido llegar
a Nueva York, procedente de Austria, en
1892, no sin antes padecer la inspección obligatoria en la isla de Ellis, una
especie de purgatorio por el que todos los inmigrantes debían pasar antes de
conseguir entrar en la tierra prometida, y que tan bien describió Coppola en la
segunda parte de “El Padrino”.
Isla de Ellis |
Johanna no era demasiado feliz en Omaha y pronto
comenzó a soñar con escapar de allí gracias al talento que, desde muy temprana
edad, sus hijos habían demostrado para la canción y el baile, sobre todo Adele.
Ella no dejaba de fantasear con exitosos espectáculos protagonizados por sus
hijos.
Aunque Adele era la alumna aventajada que había
recibido clases de baile, pronto Fred comenzaría a imitar los pasos de su hermana
mayor, recibiendo además clases de piano, acordeón y clarinete.
En 1905 el padre de Fred perdió su trabajo en la
compañía cervecera. Viéndolo todo perdido, Johanna logró convencer a su marido
para que se trasladaran a Nueva York a perseguir la quimera de lanzar la
carrera artística de sus hijos. Allí éstos comenzaron a estudiar en una
importante escuela de danza y teatro.
A Johanna no le gustaba demasiado que el apellido
Austerlitz formara parte del nombre artístico de sus hijos, ya que, según ella,
traía reminiscencias de batalla, así que sugirió cambiarlo por el de Astaire,
apellido de un familiar. Finalmente se salió con la suya y a partir de entonces
sus hijos fueron conocidos como Adele y Fred Astaire.
Su primera representación la realizaron en Keyport,
New Jersey, en 1905, interpretando una obra titulada “Juvenile artists
presenting an electric musical toe-dancing novelty”. En la primera parte de la
obra Fred aparecía ya con el atuendo que tanto se asociaría más tarde a su
imagen, frac y sombrero de copa. De todos modos, está claro que aún estaba
puliendo su estilo, ya que para la segunda parte utilizó un disfraz de
langosta.
La prensa local escribió muy buenas críticas sobre la
obra, pero sobre todo elogió el trabajo de los Astaire, a los que calificó como
“los mejores niños artistas del vodevil”.
Como resultado de las labores de Frederick como
representante, sus hijos consiguieron rápidamente un buen contrato, siendo fichados por la famosa cadena de teatros dedicados al vodevil “Orpheum
Circuit”.
Minstrel show |
Gracias al éxito del vodevil se habían creado una
serie de circuitos teatrales, que se extendían por todo el país y competían
entre ellos. Dos de los más importantes eran el Keith y el Orpheum, que años
más tarde se unirían a dos compañías más para formar la RKO, productora en la que nacería “Top Hat” (Sombrero de copa), la película que motiva este artículo.
Los hermanos Astaire |
Dos años más tarde la pareja retornaría a los
escenarios. El descanso les sirvió para depurar su estilo. Aprendieron a bailar
claqué (tap dance), inspirándose y recibiendo clases de los mejores, como John
W. Bubbles o Bill “Bojangles” Robinson. El claqué era un estilo de baile, basado
en el zapateado, que había nacido en Estados Unidos con la fusión de las danzas
de zuecos de Irlanda, el norte de Inglaterra y Escocia, con otros bailes
practicados por los afroamericanos, los cuales se habían originado a partir de
1739, cuando se había prohibido a los esclavos utilizar instrumentos de
percusión y éstos habían empezado a utilizar sus manos y sus pies. Los hermanos
Astaire, sobre todo Fred, acabarían siendo unas verdaderos virtuosos de este
estilo.
Por otro lado, también aprendieron mucho por aquella
época de Vernon e Irene Castle, matrimonio de bailarines que fueron muy
populares a principios del siglo XX, y que pusieron de moda bailes como el
foxtrot o el tango.
Vernon e Irene Castle |
Pero las preocupaciones de Fred Astaire a la hora de
enfrentarse a un nuevo espectáculo no sólo se limitaban a los bailes y a las
coreografías. Poco a poco fue interesándose cada vez más por las canciones.
En 1916 conoció a un compositor que sería clave en su
carrera, George Gershwin. El autor de “Porgy and Bess”, la ópera por excelencia
del repertorio estadounidense, era por entonces un desconocido song-plugger que
trabajaba para una de las editoriales musicales más importantes del país, la
Jerome H. Remick & Co. Para entender mejor el oficio de song-plugger sería
pertinente remontarnos al siglo XIX.
George Gershwin |
Estas editoriales comenzaron pronto a trasladarse a
las zonas donde se congregaban los mejores teatros para poder estar más cerca
de sus clientes. En 1881 empezó el éxodo hacia la zona de Union Square, que era
por aquel entonces el corazón del distrito teatral de la ciudad de Nueva York.
Allí permanecieron una década aproximadamente, hasta que a partir de 1890
emprendieron un progresivo traslado hacia la calle 28, cerca de la avenida
Broadway.
En las editoriales musicales existía una figura denominada
song-plugger, que era una especie de promotor o comercial de canciones. Éstos
trabajaban muchas veces en la calle, intentando captar clientes entre los
productores teatrales. Si conseguían captar la atención de algún productor, más
tarde éste les acompañaba a una especie de cubículos, ubicados en las sedes
editoriales, donde los song-pluggers interpretaban al piano las diferentes
partituras que intentaban “vender” al cliente.
Tin Pan Alley |
Cuenta la leyenda que la zona de la calle 28 donde se
concentraban la mayoría de las editoriales recibió el nombre de Tin Pan Alley
(callejón de la sartén de hojalata) por el escándalo que armaban los
song-pluggers aporreando sus pianos e intentando vender su producto.
De todos modos, con el tiempo el término ha adquirido
un sentido más amplio que el de una mera localización espacial. Hoy se conoce
por Tin Pan Alley al grupo de compositores y productores musicales que
dominaron la música popular estadounidense desde finales del siglo XIX hasta
mediados del siglo XX, trabajando tanto en las editoriales musicales como
directamente para Broadway o Hollywood, y que crearon gran parte del cancionero
popular estadounidense (Great American Songbook),origen de muchos de los estándares del jazz. En el colectivo podemos encontrar a
luminarias de la talla de Jerome Kern, Cole Porter, Harold Arlen, Irving
Berlin, Johnny Mercer, Lorenz Hart, Frederick Loewe o Richard Rodgers, por sólo
citar unos cuantos.
Y también, por supuesto, debemos incluir en este
prestigioso grupo a Ira Gershwin (letrista) y a su hermano George (compositor),
el cual habíamos dejado aparcado en nuestro relato trabajando como song-plugger
y teniendo un primer encuentro con Fred Astaire.
Aquel primer encuentro entre los dos fenómenos tuvo
algo de profético, ya que los dos bromearon sobre el hecho de que algún día
triunfarían juntos en Broadway. Y así fue.
Los Astaire debutaron en la famosa avenida en 1917 con
la revista patriótica “Over the top”, la cual llegarían a interpretar más tarde
ante las tropas de Estados Unidos y sus aliados, en plena época de la primera
guerra mundial. Al año siguiente volverían a trabajar en Broadway con la
revista “The passing show of 1918”, una revisión de otra revista presentada en
1894, y que contaba en este caso con las canciones creadas por el famoso
compositor de operetas de corte europeo Sigmund Romberg, entre otros.
Los Astaire triunfando en Broadway |
Como ya habían vaticinado 8 años antes, Fred y George habían logrado triunfar juntos en Broadway.
Pero éste no fue el único triunfo de George Gershwin
en aquel año tan importante para su carrera. El 12 de febrero de 1924, el director de orquesta Paul Whiteman (que seguro que todos los amantes
del jazz ya conocéis), organizó, en el Aeolian Hall de Nueva York, un
concierto denominado “An experiment in modern music”, el cual, con fines
pedagógicos, trataba de ilustrar el hecho de que la música que por entonces se
creaba en Estados Unidos era una mezcla de tradición europea y elementos
propios del país. El concierto fue todo un éxito. George Gershwin, muy
acertadamente, creó para la ocasión una composición que maridaba elementos de
la música clásica europea con otros nativos, como el jazz, el blues o el estilo
propio del teatro de variedades estadounidense (vodevil, revista, etc...), y
que tituló “Rhapsody in Blue”, la cual acabaría siendo todo un clásico.
En 1927 los Astaire volvieron a triunfar con otra obra de los hermanos Gershwin, “Funny face”.
Sin duda los años 20 fueron muy felices para los
hermanos Astaire, los cuales alcanzaron gran popularidad en Estados Unidos y en
Inglaterra.
Su último gran éxito juntos fue la revista de 1931
“The band wagon”, compuesta por el equipo formado por el compositor Arthur
Schwartz y el letrista Howard Dietz. La partitura de esta obra está considerada
como una de las mejores que se hizo jamás para una revista en Broadway. La obra
llegó a 260 representaciones, todo un récord en un país inmerso en la gran
depresión y en un momento en el cual Broadway tenía un futuro incierto, hecho
que provocó que muchos de sus más grandes compositores y artistas comenzaran a
plantearse seriamente la opción de probar suerte en Hollywood.
En 1932 Adele Astaire contrajo matrimonio con Charles
Cavendish, hijo del duque de Devonshire (una de las familias más ricas e
influyentes de la aristocracia inglesa), y dejó los escenarios.
Cole Porter |
En 1933 Fred hizo una prueba para la compañía
cinematográfica RKO, aquella que había surgido en parte de los circuitos
teatrales dedicados al vodevil. Es
curioso que, pese a que actualmente la imagen del bailarín es un icono del cine
del siglo XX, la impresión que causó por entonces a los directivos de la
compañía no fue del todo satisfactoria. Aunque valoraban su destreza para el
baile, no estaban demasiado seguros de su capacidad para actuar.
Tal era su desconfianza que, pese a que firmaron un
contrato con el artista, alcanzaron, por otro lado, un acuerdo con la
Metro-Goldwyn-Mayer para que éste
debutara en una de sus películas, quizás pensando en calibrar las potenciales
aptitudes de Fred Astaire para el cine sin llegar a sufrir un fracaso propio, en
caso de que la cosa no saliera bien.
Fred Astaire debutó en el séptimo arte con la película
“Dancing lady” (Alma de bailarina), dirigida por Robert Z. Leonard y estrenada
en 1933 por la M-G-M. En ella Astaire ocupaba un papel secundario, siendo sus
protagonistas principales Joan Crawford y Clark Gable.
Aunque la interpretación del artista en su primera
película no tuvo demasiada repercusión, la compañía decidió no rescindir su
contrato y ese mismo año trabajaría para RKO en su segunda película, “Flying
down to Rio” (Volando hacia Rio, 1933). La película fue dirigida por Thornton
Freeland, y tenía como estrellas principales a la actriz mejicana Dolores del
Río y a Gene Raymond.
Independientemente de la mayor o menor calidad de la película, la verdadera importancia de ésta radica en que fue la primera en la que trabajaron juntos Fred Astaire y Ginger Rogers, la actriz, bailarina y cantante con la que el bailarín comparte protagonismo en “Top Hat”.
Ginger Rogers nació con el nombre de Virginia
Catherine McMath el 16 de julio de 1911 en Independence (Missouri), hija del
ingeniero eléctrico de ascendencia escocesa William Eddins McMath y de Lela
Owens, mujer con antepasados galeses que había estudiado escenografía y que
siempre estuvo muy ligada al mundo del espectáculo.
Sus padres se separaron poco después de su nacimiento,
consiguiendo su madre la custodia.
Más tarde, Virginia pasó dos años viviendo con sus
abuelos maternos, cerca de Kansas City, mientras su madre trabajaba en
Hollywood escribiendo guiones. Fue por aquella época cuando una de sus primas,
Helen, comenzó a acortar el nombre de Virginia por el de “Ginga”.
En 1920 su
madre se volvió a casar con John Logan Rogers. Aunque nunca fue legalmente
adoptada, de la unión de su apodo con el apellido de este último nacería su nombre artístico, Ginger Rogers.
Ginger Rogers |
Posteriormente se trasladaron a vivir a Fort Worth, en
Texas. Allí su madre comenzó a trabajar como crítica de teatro para un
periódico local. Ginger le acompañaba a los teatros y, mientras su madre
entrevistaba a los artistas, Ginger se dedicaba a cantar y bailar en el
escenario, intentando imitar lo que veía a su alrededor. Así fue como empezó a
interesarse por el mundo del espectáculo.
Con 14 años de edad acudió a un concurso de jóvenes
talentos que organizaban en su ciudad el cómico Eddie Foy Jr. y su espectáculo
de vodevil. Allí ganó el primer premio bailando charlestón, el baile de moda en
aquellos felices años 20, consiguiendo así un contrato con el teatro de
variedades que le llevaría de gira por todo el país durante 3 años.
Tras acabar la gira, Ginger decidió probar suerte en
Nueva York. Allí comenzó a realizar diferentes trabajos en radio antes de
debutar en Broadway, el 25 de diciembre de 1929, con la obra “Top Speed”, la
cual contaba con música de Harry Ruby y letras de Bert Kalmar, que son dos
nombres que quizás no os suenen de nada pero que compusieron temas tan conocidos
como el “I wanna be loved by you”, canción que una sensual Marilyn Monroe
interpetaba en la genial “Some like it hot” (Con faldas y a lo loco, 1959), del
no menos genial Billy Wilder.
A las dos semanas de estar trabajando en esta obra llegaría la gran oportunidad de Ginger, ya que fue elegida para trabajar en la nueva comedia musical de George e Ira Gershwin, “Girl Crazy”(1930), compartiendo protagonismo con la cantante y actriz de poderosa voz Ethel Merman.
Para comprender un poco la calidad musical de la obra
basta con apuntar que el día del estreno la orquesta del foso estaba formada
por músicos de la talla de Gene Krupa, Benny Goodman, los hermanos Dorsey o
Glenn Miller, por citar unos cuantos. La canción estrella de la obra era la
interpretada por Ethel Merman, “I’ve got rhythm”. La progresión armónica de
ésta sería utilizada más tarde por los músicos de jazz en infinidad de
ocasiones, como soporte para sus improvisaciones.
En cualquier caso, Ginger también tenía un papel estelar en la obra, destacando por su interpretación de la preciosa y triste balada “But not for me”( “Están escribiendo canciones de amor, pero no para mí...Cuando cada argumento feliz, termina en enlace matrimonial, no hay enlace para mí.....”).
Otro dato a tener muy en cuenta es que fue en este
momento cuando nuestros dos protagonistas, Fred y Ginger, tuvieron su primer
contacto, ya que Astaire estaba trabajando en la obra ayudando a los artistas
con sus coreografías.
La aparición de Ginger en “Girl crazy” la convirtió de
la noche a la mañana, y con tan sólo 19 años, en una estrella de Broadway, y le
abrió las puertas del cine (aunque anteriormente, en 1929, ya había realizado
varios cortos).
La carrera cinematográfica de Ginger no empezó
demasiado bien, realizando 5 olvidables largometrajes en unos estudios de Nueva
York. Más tarde se trasladó a Hollywood, acompañada de una madre que le seguía
a todas partes, donde comenzó rodando varias películas en diferentes
productoras, que no tuvieron demasiado éxito, hasta conseguir un papel en uno
de los hitos del primer cine musical, “42nd street” (La calle 42), estrenada en
1933 por la Warner Bros., y dirigida por Lloyd Bacon.
La obra disecciona, de manera muy inteligente, todo
lo que rodeaba al montaje de un espectáculo de Broadway en plena época de la
gran depresión, retratando de manera magistral a muchos de sus típicos
personajes (productores, actores, directores, coristas, etc....). Ginger
interpreta el papel de la corista Ann Lowell, un secundario pero destacable
papel.
Sólo habían pasado 6 años desde que se había estrenado
la que se suele considerar primera película del cine sonoro, y en cierta manera
primera película musical, “El cantor de jazz” (Alan Crosland, 1927), y
Hollywood aún no tenía muy claro qué camino tomar a la hora de enfrentarse a este
nuevo género. Estas dudas se ven reflejadas en "La calle 42". Podríamos
decir que en ella conviven dos películas, la de la historia en sí misma, en la
que tenía mayor peso el director Lloyd Bacon, y la de los números musicales,
los cuales son básicamente números teatrales que tienen poca conexión con el
argumento y que se pueden disfrutar de manera independiente a éste. En esta
parte tuvieron más peso las decisiones del director y coreógrafo Busby
Berkeley. En aquella época aún quedaban muy lejos las películas que la MGM
rodaría a partir de finales de los años 40, en las que los números musicales
estarían totalmente integrados en la historia. De todos modos, ya por entonces
había algunas excepciones. El director Rouben Mamoullian había experimentado ya
con esto en 1932, con su película “Love me tonight”. El número musical “Isn´t
it romantic?”, creado por Richard Rodgers y Lorenz Hart, se iniciaba con Maurice Chevalier interpretando la canción en su sastrería, y luego avanzaba a lo largo de diferentes escenarios, conducido por diferentes actores que continuaban la interpretación, integrándose totalmente
en la historia. Como no sé si me he explicado bien, porque estas ganas que tengo de bailar no me dejan ni pensar, aquí os pongo el vídeo.
De todos modos, la película de Mamoullian era una simple una anécdota, y en aquella época lo habitual era que existiera poca conexión entre las canciones y el hilo argumental. En la película que os recomiendo esta noche, “Top hat” (Sombrero de copa, 1935), también ocurre algo parecido. Aunque la mayoría de las canciones están conectadas al guión por una historia de flirteo y enamoramiento, éstas tienen perfecto sentido por sí mismas, y se han convertido en clásicos que mucha gente escucha y conoce sin haber visto siquiera la película de la cual proceden. Esto no ha ocurrido tan frecuentemente con las canciones de musicales integrados como, por ejemplo, “My fair lady” (George Cukor, 1964).
Volviendo a “42nd street”, la primera película de
Ginger, uno de sus mayores atractivos es el extraordinario número final,
construido a partir de la canción de mismo nombre, creada por el compositor Harry Warren y el
letrista Al Dubin, y rematado por unas geniales coreografías creadas por Busby
Berkeley.
Busby Berkeley es uno de los personajes fundamentales en el universo de las primeras películas musicales. Al igual que en la prehistoria del cine se había cometido el error de limitar su función a una simple cámara estática que registraba todo lo que ocurría delante de ella (fuera un hecho real o una interpretación), sin tomar un papel demasiado activo (solo hay que ver cualquiera de las geniales películas de Georges Méliès para entender esto), el cine musical fue en sus principios un simple espejo que reflejaba lo que ocurría en un escenario teatral. Busby Berkeley rescató al cine musical de sus tinieblas, atreviéndose a filmar desde ángulos inverosímiles, e incluso moviendo la cámara dentro del propio escenario. Seguro que todos habréis visto alguna vez esas figuras geométricas, creadas por decenas de bailarinas y filmadas desde ángulos cenitales, que ilustran algunos de los mejores números de las primeras películas musicales. Esta fue una de las numerosas creaciones de Busby Berkeley, el coreógrafo por excelencia del primer cine musical, con permiso del tándem Fred Astaire-Hermes Pan.
Tras el éxito de “42nd street” (1933) a Ginger Rogers
no le faltó trabajo en Hollywood, estrenando varias películas más ese mismo
año, entre ellas la primera en la que coincidiría con Fred Astaire, la
anteriormente mencionada “Flying down to Rio” (Volando hacia Rio, RKO, 1933).
En esta película Astaire y Rogers ocupaban aún un
papel secundario, pero los críticos alabaron el trabajo de ambos y el público,
por su parte, olvidó pronto a las teóricas estrellas y sólo tuvo ojos para
ellos. Por esta razón, RKO decidió apostar con más fuerza por ellos.
Tras esta película la pareja realizaría 8 películas
más con la compañía, creando un estilo propio que ayudaría a encumbrar el baile
al lugar destacado que ocupa en la historia del cine.
La primera de ellas fue “The gay divorcee” (La alegre
divorciada, 1934), primera película protagonizada por ellos. Se trataba de
la versión cinematográfica de aquel primer
musical en el que Astaire había trabajado por primera vez sin su hermana Adele, “The gay
divorce”(El alegre divorcio, 1932). La censura (léase código Hays) obligó a
cambiar el título, ya que la mentalidad conservadora de entonces no podía
aceptar que un divorcio pudiera traer algo de felicidad, pero sí que una mujer
pudiera ser una ligera y feliz divorciada.
Al igual que ocurrió con otras adaptaciones de
musicales de Broadway a la gran pantalla, éste también sufrió varias
transformaciones en su tránsito hacia el séptimo arte. En este caso los cambios
fueron bastante radicales, ya que se eliminaron de la película todas las
canciones que Cole Porter había compuesto para el musical, excepto “Night and
day", ocupándose de las nuevas canciones los autores Con Conrad y Herb Magidson.
La película fue dirigida por Mark Sandrich.
Sandrich había empezado en el mundo del cine en 1922,
tras graduarse en la Universidad de Columbia, y algo más tarde, en 1927, se
había estrenado como director, rodando comedias de 2 rollos (aproximadamente
unos 20 minutos de duración), llegando incluso a ser galardonado con dos óscars
por su corto “So this is Harris”, en 1933. El encuentro con la pareja
Astaire-Rogers marcaría su carrera, dirigiendo un total de 5 películas con
ellos, incluida “Top Hat”, y consagrándole como un director fino y elegante.
Tras “The gay divorcee”, la pareja tendría un papel
destacado en “Roberta” (1935), esta vez bajo la batuta del director William A.
Seiter. La película era una adaptación de la comedia musical de mismo
nombre compuesta por Jerome Kern y Otto
Harbach dos años atrás, y tenía como tema estrella “Smoke gets in your eyes”,
todo un clásico.
Jerome Kern fue uno de los más grandes compositores del colectivo Tin Pan Alley, y un maestro para muchos de sus miembros. Empezó escribiendo canciones para el vodevil a principios del siglo XX, pero, gracias a su amplia formación en música clásica, pronto comenzó a trabajar como pianista de ensayos en Broadway, en una época en la que los teatros de dicha avenida seguían aún dominados por el género de la opereta. Kern aprovechaba los descansos entre ensayos para tocar sus propias canciones, de una manera aparentemente casual, canciones mucho más frescas y populares que las que integraban las operetas, que poco a poco fue consiguiendo colar en los espectáculos, hasta llegar a crear sus propias obras completas. Así, el compositor ayudó a crear la comedia musical moderna, dando a luz obras tan importantes como “Show boat” (1927).
Roberta fue estrenada el 8 de marzo de 1935, y recaudó
casi 2 millones y medio de dólares.
En abril de ese mismo año Astaire y Rogers se
embarcaron en el rodaje de “Top Hat” (Sombrero de copa, 1935), considerada por
muchos críticos como su mejor obra.
Como más tarde espero que me acompañéis en el
visionado de esta fenomenal película, os prometo que no seré el típico
articulista aguafiestas que la destripa antes de que podáis verla, pero he de confesar que no puedo reprimir el deseo de ponerme un poco pedante y contaros algunas cosillas sobre ella. Ya veis, de vez en cuando no puedo evitar que aparezca el pequeño gafapasta que también yo llevo dentro.
En un principio la película se basaba en un guión
escrito por Dwight Taylor, que como recordaréis fue el autor del libreto del
musical “The gay divorce” (1932) y del guión de la posterior película basada en
dicho espectáculo, "La alegre divorciada". Pero tanto Astaire como
Mark Sandrich, que volvía a dirigir a la pareja, no quedaron muy contentos con dicho guión. Opinaban que era una especie de reescritura del de
“La alegre divorciada”, sin mucha originalidad. Además, a Astaire no le gustaba
demasiado su personaje, el cual encontraba falto de encanto y simpatía. Por
esta razón, Sandrich decidió contratar al guionista Allan Scott para que
escribiera un nuevo guión basándose en el de Taylor. La reescritura tampoco lo
mejoró demasiado, ya que las semejanzas con el guión de “The gay divorcee” (La alegre divorciada) siguieron siendo evidentes. Tras rodarse la película estas semejanzas se acentuaron aún más por el hecho de que algunos
actores interpretaron papeles similares en ambas películas, como es el caso del
gran secundario Edward Everett Horton, que ejerce de acompañante del
protagonista en su viaje por Europa, actuando en calidad de abogado en la
primera y como productor artístico en la segunda.
De todos modos, pese a las críticas que el
intrascendente guión acabó recibiendo tras el estreno, lo cierto es que, como
ya expresé al principio de este artículo, tiene la virtud de ser realmente
divertido. El espectador consigue, a medida que avanza la película, desconectar
su cerebro y perderse en la hilarante sucesión de malentendidos por la que
discurre la historia, teniendo a priori más o menos claro como va a acabar
todo, pero disfrutando del disparatado trayecto. La surrealista “conversación”
que mantiene el personaje interpretado por el actor cómico inglés Eric Blore
con un carabinero italiano es digna de cualquiera de las mejores películas de
los hermanos Marx.
Pero no sólo el guión desprende alegría y buen rollo
en esta película, también sus números musicales hacen que aflore nuestro “yo”
más optimista y positivo, que buena falta nos hace en estos tiempos de crisis y
desempleo, dejándonos un buen sabor de boca tras acabar el espectáculo.
En la película se incluyen algo más de media docena de
números musicales, la mayoría de los cuales son magistrales. Esto no es de
extrañar, teniendo en cuenta la materia prima con la que se construyeron: las
interpretaciones y bailes de la pareja Astaire-Rogers, y las canciones de uno
de los más grandes compositores y letristas de Tin Pan Alley, Irving Berlin.
Irving Berlin |
En 1901 falleció su padre, Moses Baline, cuando tan sólo contaba con trece años. Un año más tarde, tras cumplir la edad legal
para dejar la escuela (14 años), Israel decidió abandonar su hogar para
buscarse la vida y no ser una carga para su extensa familia, formada por 6
hermanos.
En aquella época Baline trabajó en lo que pudo,
cantando primero a marineros borrachos y a prostitutas a cambio de algo de
dinero, y consiguiendo más tarde un trabajo en el coro de un musical. La
habilidad para el canto le venía de familia, ya que su padre había sido cantor
judío (persona que en una sinagoga canta la música litúrgica y lidera la
oración).
En 1904 consiguió un trabajo fijo como
camarero-cantante en uno de los bares más famosos de Chinatown, el Pelham´s
café.
Tras enterarse de que el pianista de un bar rival
había escrito una canción de éxito, Israel y Mike Nicholson, pianista del
Pelham´s, compusieron, en 1907, una canción para hacerle la competencia, “Marie
from Sunny Italy”. La canción fue publicada por una de las editoriales más
importantes de Tin Pan Alley, Joseph Stern & Co. El apellido de Israel no
se imprimió correctamente en la partitura, figurando I. Berlin en vez de I.
Baline. El compositor, que buscaba por entonces un nombre artístico, decidió
escoger el de Irving Berlin aprovechando el citado error de imprenta.
Gracias a amigos compositores como Max Winslow o Edgar
Leslie, Irving comenzó a tener más contacto con el mundo de Tin Pan Alley,
llegando a publicar en la editorial Waterson & Snyder su primera canción
totalmente propia,“Dorando”, en 1908. Irving trabajaría durante un tiempo en la
citada editorial en calidad de letrista, sin componer la música.
El éxito de algunas de aquellas primeras canciones
animó a Irving a intentar componer también la música de sus temas. Llegados a
este punto hay que aclarar que, pese a que Berlin compuso algunas de las
canciones más famosas y queridas de Estados Unidos, como "White Christmas" o "There´s no business like show business", sus conocimientos musicales
eran bastante limitados, ya que fue un completo autodidacta que aprendió de lo que
observaba. Solía tocar utilizando tan solo las teclas negras del piano,
interpretando sus canciones en la tonalidad de fa sostenido mayor. Para vencer esta
limitación acostumbraba a usar un piano transpositor.
Este tipo de pianos tenían una palanca bajo el teclado que permitía subir o
bajar la afinación de las teclas, posibilitando que el intérprete pudiera tocar
en diferentes tonalidades. Así, Irving podía interpretar la misma canción en
diferentes tonalidades utilizando tan sólo las teclas negras. De todos modos,
conforme su carrera fue avanzando, y fue depurando su estilo, fue necesitando cada vez más la ayuda de músicos más expertos.
En 1911 Berlin compuso “Alexander´s ragtime band”, la
pegadiza canción con la que conseguiría fama y fortuna. El ragtime del título era un
estilo instrumental, con gran protagonismo del piano, que había nacido a finales del siglo XIX al
mezclarse las marchas de origen europeo con la música afroamericana. Su principal figura era Scott Joplin.
En cualquier caso, la canción de Berlin no era exactamente música ragtime, sino que se asemejaba más a las"ragtime songs". Surgidas a finales del siglo XIX, estas"canciones ragtime" provenían de las coon songs, que eran unos temas similares a los que se habían interpretado anteriormente en los minstrel y en los que generalmente se presentaba una imagen estereotipada, y en algunos casos racista, de la vida de los negros. Para hacer más divertidas y bailables estas canciones coon se habían ido incorporando poco a poco elementos de la música ragtime, como el ritmo sincopado, convirtiéndose más tarde en las anteriormente citadas ragtime songs. De todos modos, gracias a la canción de Berlin la música de Scott Joplin volvió a ponerse de moda. En el primer año se vendieron cerca de un millón de copias en papel de “Alexander´s....”.
Tras ésta, el compositor creó varias ragtime songs
más, consiguiendo un gran éxito de nuevo. Este éxito le abrió las puertas de
las Ziegfield follies, la serie anual de revistas más famosa de Broadway en
aquella época. Las Ziegfield follies habían sido creadas por el productor
teatral Florenz Ziegfield inspirándose en el Folies Bergère de Paris, aquel
famoso cabaret que genialmente retrató Edouard Manet en uno de sus más famosos
cuadros.
En 1914 Irving Berlin fue contratado por el productor
C.B. Dillingham para componer su primer espectáculo completo, concebido para el lucimiento de aquellos bailarines que tanto influyeron en el estilo de Fred
Astaire, Vernon e Irene Castle. La revista recibió el nombre de “Watch your
steps” (Mira por donde pisas). La canción estrella del espectáculo era “Play a
simple melody”. Pese a sus escasos conocimientos musicales, Berlin utilizaba en
la canción un recurso relativamente complejo y apenas utilizado en la música de
Broadway, el contrapunto, utilizando dos melodías y letras distintas sobre una
misma base armónica.
Al año siguiente Irving volvió a escribir otra revista
completa, “Stop! Look! Listen!”, además de seguir componiendo canciones sueltas para los espectáculos de las
Ziegfield Follies.
En 1918, mientras realizaba la instrucción militar en
un campamento de Yaphank, al norte de Nueva York, en plena primera guerra
mundial, escribió la revista patriótica “Yip!yip! Yaphank”, la cual fue
interpretada por soldados de su propio campamento. Hay que aclarar que Berlin,
pese a que nació en Rusia, o quizá por esta razón, fue uno de los mayores
defensores y patriotas de Estados Unidos. Prueba de ello es que una de las
canciones que en principio se descartaron para este patriótico espectáculo,
“God bless America”, fue más tarde rescatada para la película “This is the
army” (1943), convirtiéndose en un himno oficioso de Estados Unidos.
Por otro lado, el papel de Irving Berlin en la música
popular estadounidense no se limitó a componer canciones. Tras la primera
guerra mundial, crearía en 1919 su propia editorial musical, Irving Berlin
Music inc., en la cual publicaría sus canciones y las de otros compositores
noveles.
Dos años más tarde, en 1921, se asoció con el
productor Sam Harris para construir su
propio teatro, el Music Box, destinado en principio a albergar sus propias
revistas, las Music Box Revues, y más tarde utilizado para estrenar otros
espectáculos del propio Berlin y de otros autores.
En 1927 una canción de Berlin que ya había sido
compuesta un año antes, “Blue skies”, fue incluida en la primera película sonora, “El cantor de jazz” (Alan
Crosland, 1927), interpretada al piano por el protagonista de la película, Al
Jonson.
Dos años más tarde se estrenaría “The cocoanuts” (Los
cuatro cocos, 1929), la primera película de los hermanos Marx, producida por
Paramount pictures. El film era una adaptación del musical que se había
estrenado en Broadway cuatro años antes bajo el mismo título, basado en un
libreto de George S. Kaufman, y en él ya habían participado Irving Berlin y los
geniales hermanos. Esta fue la primera banda sonora compuesta casi
exclusivamente por canciones de Irving Berlin.
En 1930 se estrenó “Puttin´on the Ritz” (Aparentando en el Ritz), dirigida por Edward Sloman y protagonizada por Harry Richman y Joan Bennett. La canción de mismo título que Berlin compuso para la película se ha convertido en todo un clásico. Una de sus versiones más recordadas es la que aparece en la divertida película “El jovencito Frankenstein” (Mel Brooks, 1974), interpretada al alimón por Gene Wilder y por el monstruo, Peter Boyle, vestidos con unos impecables fracs y sombreros de copa.
Tanto la letra como la música de "Puttin´..." eran una parodia de los felices años 20, los cuales acababan de desaparecer engullidos por los terribles efectos de la gran depresión. También se puede intuir en la canción cierta crítica hacia los nuevos ricos que se dejaban ver por el hotel Ritz de Nueva York.
El vídeo que adjunto, perteneciente a la película, sirve también para ilustrar como en el país de adopción de Berlin las diferencias raciales no desaparecían en el escenario, sino que había una clara separación entre las funciones de los negros y los blancos dentro del espectáculo. El lado oscuro de aquella sociedad que presumía de democracia y de igualdad de oportunidades.
Pese al éxito de "Puttin´....", las primeras experiencias de Berlin con el cine no fueron, en general, demasiado satisfactorias, apenas
consiguiendo éxito con la mayoría sus canciones y entrando en conflicto con los métodos de
producción de Hollywood, algo que era bastante habitual entre los compositores
que habían emigrado a la meca del cine desde Tin Pan Alley/ Broadway.
A principios de los años 30 Irving Berlin no estaba
atravesando su mejor época. A su relativo fracaso en el cine había que sumar
los problemas por los que atravesaba su matrimonio, los terribles efectos de la
gran depresión, que incluso a una persona como él, que había tenido tanto
éxito, estaban afectando, y la progresiva evolución de Broadway hacia el
musical integrado, iniciada con la obra maestra de Jerome Kern, “Show boat”
(1927).
Berlin fue, sobre todo, un compositor que escribía
canciones para revistas (canciones que tenían vida propia) y, a diferencia de
Kern o Gershwin, no le preocupó demasiado lo de integrar éstas en el hilo
argumental de ninguna comedia musical u opereta. Éstos últimos poseían vastos
conocimientos en música clásica, al contrario que Berlin, que había
aprendido de manera autodidacta, y esto se reflejaba en sus respectivas obras.
El tiempo ha demostrado que las canciones que Irving compuso para revistas o
para películas como “Top Hat”, cuyos temas se pueden escuchar perfectamente sin
tener en cuenta el hilo argumental de las mismas, han perdurado mucho más en el
tiempo que las que figuraban en obras más complejas de compositores que quizás
tenían más talento, pero que no llegaban con tanta facilidad al público.
De todos modos Irving Berlin también compuso algunas
comedias musicales con carácter integrado, pero a su manera.
George S. Kaufman |
La nueva obra de Irving Berlin, “Face the music”
(1932) estaba totalmente inspirada en la obra maestra de los Gershwin, ya que
también era una sátira social y política, y además contaba con un libreto de
Moss Hart, que era por entonces un joven colaborador de Kaufman, el autor del
libreto de “Of thee I sing”.
Un año más tarde Irving volvió a la revista con la
original obra “As thousands cheer” (Mientras miles aclaman, 1933). La obra fue
concebida como la primera plana de un periódico en la que cada número musical
era una noticia, en muchos casos de actualidad. Una de las canciones más
importantes del espectáculo era “Supper time” (Hora de cenar), un tema que se
adentraba en el delicado asunto del fanatismo racial en el sur de
Estados Unidos. La canción trata sobre una mujer que es consciente de que
su marido no volverá a casa a cenar porque acaba de enterarse de que ha sido
linchado, y fue interpretada por Ethel Waters, siendo la primera actriz y cantante negra en participar en un show blanco de Broadway. Es muy probable también que esta canción inspirara en cierta manera a Abel Meeropol a la hora de componer "Strange fruit", que en 1939 convertiría en clásico Billie Holliday.
La obra tuvo mucho éxito, y quizás por ello la RKO eligió a Berlin para que compusiera la partitura completa de “Top Hat” (Sombrero de copa, 1935), tras cinco años sin colaborar con el cine.
El éxito de “As thousands cheer” y el trabajo con la
RKO devolvieron la confianza y la autoestima a la vida de Irving, y esto se
refleja en las canciones de esta
película, las cuales están impregnadas de un enorme optimismo....de ese que te
anima a destrozar zapatos....Pero, bueno, intentaré controlarme.
Como comentamos anteriormente, los conocimientos musicales de Irving Berlin eran bastante limitados, por lo que solía recibir el asesoramiento de otros músicos más expertos a la hora de componer sus canciones, además de utilizar su famoso piano transpositor. En este caso Irving contó con la ayuda de Hal Borne, músico que trabajaba como pianista de ensayos para Fred Astaire en las películas que el bailarín estaba rodando para la RKO.
Borne sería conocido más tarde por colaborar con Duke
Ellington y otros músicos en la creación de la
histórica revista “Jump for Joy” (1941), la cual se creó con el objetivo
de honrar la contribución de los negros a la vida y a la cultura de los Estados
Unidos. Este musical era lo opuesto a los minstrels del siglo XIX, y en
él no cabían bromas sobre negros. Desgraciadamente el país aún no estaba
preparado para un espectáculo sobre los derechos civiles, y la obra sólo se
mantuvo 11 semanas en cartel, y ni siquiera llegó a Broadway.
Irving Berlin y Hal Borne trabajaron codo con codo para poder sacar adelante las partituras y las letras de “Top Hat”, las cuales serían posteriormente orquestadas por un equipo formado por Edward Powell, Maurice de Packh, Gene Rose, Eddie Sharp y Arthur Knowlton, bajo la supervisión de Max Steiner, compositor austriaco considerado uno de los padres del sinfonismo clásico estadounidense, y que trabajó en innumerables películas de la época dorada del cine.
Aunque a nosotros nos puedan parecer un tanto
anticuadas escuchadas hoy en día, lo cierto es que las melodías y las letras
que aparecen en esta película fueron toda una revolución en su época, rompiendo
con gran número de convenciones sobre composición aceptadas hasta entonces.
Las canciones inspiraron también unos fantásticos
números musicales. Las coreografías corrieron a cargo del propio Fred Astaire y
de Hermes Pan, bailarín y coreógrafo que trabajó en 17 películas junto al de Omaha.
Ambos crearían un estilo propio que dejaría su sello en la historia del cine.
Aunque la mayoría de los números musicales de la
película son muy buenos, mis favoritos son los que inspiraron las canciones “Isn´t
this a lovely day? (to be caught in the rain)”, “Top hat, white tie and tails” y “Cheek to
cheek”.
El primero, pese a que quizás es el menos complejo, es el que más me gusta. En “Isn´t this a lovely day? (to
be caught in the rain)”( ¿No es un día maravilloso para quedar atrapados bajo
la lluvia?) encontramos a nuestros dos protagonistas refugiados de una tremenda
tormenta bajo el kiosco de un parque. La canción comienza tras un monólogo de
Astaire en el que hace una alegoría entre el encuentro que se produce entre dos
nubes, y que origina una tormenta, y el flirteo que se da entre dos personas
que se gustan. Este monólogo permite introducir la canción, interpretada por
Astaire, y que se basa fundamentalmente en la idea de que todo es maravilloso
si uno tiene cerca a la persona que quiere o que le gusta, incluso aunque las
condiciones climatológicas sean horribles y le ahoguen los problemas ( “Puedo
ver el sol en lo alto, incluso atrapados en la tormenta. Puedo ver un lugar en
el que tú y yo estaríamos protegidos y calientes. Deja que la lluvia resuene.
En realidad no importa que el cielo sea gris. Mientras esté contigo será un día
precioso...”)
Astaire canta mientras que Rogers le da la espalda, en una inteligente puesta en escena que permite al espectador apreciar como a medida que avanza la canción la cara de la actriz va sufriendo una evolución, suavizándose poco a poco y dejando de lado la actitud defensiva y las dudas iniciales.
Quizás Astaire pudo trabajar alguna vez con bailarinas más completas técnicamente que Ginger, pero una de las razones principales por las que ésta fue su mejor compañera de baile es que nunca olvidaba que la actuación no finalizaba cuando el número musical comenzaba, y esto se aprecia perfectamente en esta escena.
La canción desemboca en un baile, que realmente es un
flirteo, el cual comienza siendo un divertido juego de imitaciones, basado en
el claqué, y posteriormente se trasforma en una hermosa colaboración mutua. Una
divertida escena que es a la vez cómica y romántica.
Otro número musical que no tiene desperdicio es
"Top hat, white tie and tails" (Sombrero de copa, pajarita blanca y
frac). En un principio podríamos pensar que este número no es nada del otro mundo, ya que la letra de la canción es bastante insulsa (sobre alguien
que tiene que vestir de etiqueta para acudir a una fiesta), y trascurre sobre un entorno tan poco original,a priori, para una película musical como es un escenario.
Sin embargo, pocas veces ha bailado Fred Astaire como
en este número, en el cual alcanza una de las cimas de su carrera.
Para conseguir estos niveles de calidad, Astaire
perfeccionó una coreografía que había utilizado anteriormente en una obra
titulada "Smiles", producida en 1930 por el célebre empresario
Florenz Ziegfeld. En este caso los bailes no se adaptaron a la música, sino que
fue Berlin el que compuso una canción basándose en la coreografía.
Además de la canción, los puntos fuertes del número musical son el estratosférico zapateado de Astaire, el papel protagonista de su bastón, y el coro de bailarines que muy acertadamente le acompaña.
James Cagney |
El tercer gran número musical de la película es el que acompaña a la canción "Cheek to cheek" (Mejilla con mejilla). En las canciones de Tin Pan Alley/ Broadway existía la norma no escrita de empezar con una estrofa de 16 o 24 compases, a modo de introducción, y luego pasar a un estribillo que solía constar de 32 compases, el cual podía incluir un puente de 8 compases tras la segunda repetición de la parte principal del estribillo (AABA). Si sois aficionados al jazz podréis encontrar esta estructura, u otra en la cual no hay puente pero en la que el estribillo principal se repite con dos finales diferentes (ABAC), en multitud de estándares.
De todos modos esto no era
una ciencia exacta y Berlin, al igual que otros genios de su generación,
intentaba enriquecer las canciones creando estructuras más complejas.
En el caso concreto de
"Cheek to cheek" decidió ir directamente al estribillo, saltándose la
estrofa introductoria, el cual está formado por 72 compases, más del doble de
lo habitual. Como muy acertadamente apunta Leo Sánchez en su libro "Lunas
de papel y polvo de estrellas" (Ed. Milenio, 2005), "...Astaire tenía
que seducir y más le valía no perder el tiempo..."
En cuanto a la letra, destacan por encima de todo los dos versos con los que empieza la canción y que son su seña de identidad indeleble, "Heaven/ I´m in heaven....", los cuales fueron escritos al alimón por Irving Berlin y Hal Borne. La canción habla de la sensación celestial de bailar mejilla con mejilla con la persona que se ama, la cual no es comparable a nada más.
El número musical consta de
dos partes bien diferenciadas. En una primera parte los actores bailan mejilla
con mejilla en un salón de baile abarrotado de gente. Pero, progresivamente, se
van desplazando a un lugar con más intimidad donde nos demuestran que no sólo
son capaces de dejarnos boquiabiertos bailando claqué, sino que también son unos
verdaderos maestros en bailes más clásicos, creando un número de gran riqueza
plástica.
Como curiosidad hay que
comentar que el vestido que Ginger Rogers se empeñó en utilizar para este
baile, el cual ella misma había diseñado, se convirtió en un auténtico
quebradero de cabeza para Fred Astaire y otros miembros del equipo, ya que las
plumas de avestruz que lo adornaban tenían la molesta costumbre de desprenderse
de éste a medida que el baile avanzaba. Astaire y Rogers llegaron a discutir
acaloradamente sobre el tema.
Afortunadamente, gracias a
una noche adicional de trabajo por parte de las costureras, se consiguió que las
plumas dejaran de caer y se pudo rodar una de esas escenas que han quedado
grabadas en el inconsciente colectivo de todos los amantes del buen cine.
El último número musical de
la película es " The Piccolino". En él cobra especial protagonismo la
curiosa Venecia "art déco" que se creó para la película, construida a
base de baquelita roja (una especia de resina roja que se utiliza en la
fabricación de objetos moldeados). Éste es el único número
musical de la película interpretado por Ginger Rogers. Para crear la canción,
Irving Berlin se basó en dos temas que habían aparecido anteriormente en películas
interpretadas por la pareja, "The carioca" ("Flying down to
Rio", 1933) y "The continental" ("The gay divorcee",
1934), creando una especia de pastiche. Por otro lado, tampoco la letra de la
canción es nada del otro mundo, la cual narra como un gondolero que vivía en
Brooklyn (Nueva York) la escribió mientras miraba las estrellas y luego
ésta, cruzando el mar, llegó a ser conocida en Italia.
Sin embargo, por lo que es
realmente digno de mención este número es por su coreografía. Ésta mezcla el
estilo de Fred Astaire-Hermes Pan con el clásico estilo de Busby Berkeley,
mezclando los bailes de Astaire-Rogers con los de un coro de bailarines que, entre otras cosas, forman figuras geométricas registradas desde planos cenitales.
La película se estrenó en
julio de 1935 y fue todo un éxito, recaudando 3 millones de dólares en muy poco
tiempo y convirtiéndose en el film más rentable para RKO de toda la década. Más
tarde fue nominado a varios óscars, incluidos, como no, el de mejor canción
original (por "Cheek to cheek") y mejores coreografías (para Hermes
Pan por "The Piccolino" y "Top hat....."), aunque al final
no resultó premiado.
La pareja Astaire-Rogers rodaría 5 películas más con RKO, algunas de ellas muy interesantes,
como "Swing time" (En alas de la danza, 1936), con música de Jerome
Kern, y que incluía canciones tan conocidas como "A fine romance" o
"The way you look tonight", o números musicales tan fantásticos como
el de "Pick yourself up", así como "Shall we dance" (Rítmo
loco, 1937), para la que George e Ira Gershwin compusieron, entre otras, "Let´s call
the whole thing off" (con ese inolvidable baile de Astaire y Rogers sobre
patines) o la preciosa "They can´t take that away from me".
De todos modos, ninguna de ellas llegó a cosechar el éxito de su predecesora, la cual se ha convertido en el estándar de las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers, y del cine musical de los años 30.
Bueno, bueno, qué tarde se
ha hecho. Menuda parrafada os he soltado. Al final me he enrollado más que una
persiana.
Por cierto, ¿sabéis qué?.
Como ya os habréis dado cuenta soy una persona que no puede estar quieta, así que mientras os comía la cabeza con el sombrero de copa me ha dado por limpiar un
poco la habitación, que falta le hacía. Y, ¿a que no sabéis lo que he
encontrado?. Pues sí, unos gastados zapatos que se escondían debajo de una
espesa nube de polvo y que había olvidado por completo que existían. Los
pobres están un poquito deteriorados, pero creo que para esta vez....quiero decir....en fin....bueno,
amigos lectores, creo que ya se ha hecho un poco tarde para ver la película
juntos, ¿no?. Si queréis ya quedamos otro día, ¿vale?. Yo creo que me voy a
dormir ya, que estoy un poco cansado de tanto escribir.
Hasta otra amigos lectores.....buenas noches amigos lectores.....adiós amigos lectores.....adiós lectores.....adiós lectores.....adiós le................ón.....adiós espantapájaros.....adiós hombre de hojalata.....se está mejor en casa que en ningún sitio.....se está mejor en casa que en ningún sitio.....se está mejor en casa que en ningún sitio.......somewhere over the rainbow way up high, there´s a land that I heard of once in a lullaby.......
Hasta otra amigos lectores.....buenas noches amigos lectores.....adiós amigos lectores.....adiós lectores.....adiós lectores.....adiós le................ón.....adiós espantapájaros.....adiós hombre de hojalata.....se está mejor en casa que en ningún sitio.....se está mejor en casa que en ningún sitio.....se está mejor en casa que en ningún sitio.......somewhere over the rainbow way up high, there´s a land that I heard of once in a lullaby.......
( .......y mientras Pep abandonaba este mundo y se sumergía en una nueva comedia musical, el vecino de abajo tomó conciencia de que aquella noche tampoco podría pegar ojo.......)
Pep Vinilo
Fuentes:
- Sánchez, Leo, Lunas de papel y polvo de estrellas, Lleida, Editorial Milenio, 2005.
- http://en.wikipedia.org/wiki/Fred_Astaire
- http://en.wikipedia.org/wiki/Ginger_Rogers
- http://en.wikipedia.org/wiki/Top_Hat
- http://en.wikipedia.org/wiki/Tin_Pan_Alley
- http://en.wikipedia.org/wiki/Tap_dance
- http://en.wikipedia.org/wiki/Vernon_and_Irene_Castle
- http://en.wikipedia.org/wiki/Flying_Down_to_Rio
- http://es.wikipedia.org/wiki/Busby_Berkeley
- http://es.wikipedia.org/wiki/La_calle_42
- http://es.wikipedia.org/wiki/Scott_Joplin
- http://en.wikipedia.org/wiki/Hal_Borne
- http://en.wikipedia.org/wiki/Hermes_Pan_(choreographer)
- "Jazz, la historia" (serie de televisión). Kern Burns. 2000.
- Información adicional DVD "Sombrero de copa" (Top Hat). Manga films. 2000.
Imágenes y vídeos:
- Youtube
- Wikimedia commons.
- http://images.google.com/advanced_image_search
- Sánchez, Leo, Lunas de papel y polvo de estrellas, Lleida, Editorial Milenio, 2005.
- http://en.wikipedia.org/wiki/Fred_Astaire
- http://en.wikipedia.org/wiki/Ginger_Rogers
- http://en.wikipedia.org/wiki/Top_Hat
- http://en.wikipedia.org/wiki/Tin_Pan_Alley
- http://en.wikipedia.org/wiki/Tap_dance
- http://en.wikipedia.org/wiki/Vernon_and_Irene_Castle
- http://en.wikipedia.org/wiki/Flying_Down_to_Rio
- http://es.wikipedia.org/wiki/Busby_Berkeley
- http://es.wikipedia.org/wiki/La_calle_42
- http://es.wikipedia.org/wiki/Scott_Joplin
- http://en.wikipedia.org/wiki/Hal_Borne
- http://en.wikipedia.org/wiki/Hermes_Pan_(choreographer)
- "Jazz, la historia" (serie de televisión). Kern Burns. 2000.
- Información adicional DVD "Sombrero de copa" (Top Hat). Manga films. 2000.
Imágenes y vídeos:
- Youtube
- Wikimedia commons.
- http://images.google.com/advanced_image_search
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